En este 2021 celebramos los 800 años Dies Natalis de Nuestro Padre Santo Domingo, y en este intenso mes de mayo en que hemos visto crecer nuestra familia con tomas de hábito y profesiones de Monjas dominicas contemplativas, promesas en las Fraternidades y Ordenaciones recientes de hermanos, siento una especial llamada a renovar mi compromiso como laica Dominica. A redescubrir la llamada de Dios en mi vida y actualizar mi respuesta a Su proyecto tras los pasos de Domingo.

El carisma de Santo Domingo, su singular predicación y manera de estar en el mundo guían mi vocación al laicado. Dios me ha ido seduciendo y orientando mi mirada a ÉL a través del contacto con los frailes en las distintas realidades de Misión, con su estilo de presencia, predicación y denuncia al lado de los olvidados y excluidos.

Predicar como Domingo, llenos de pasión por la Verdad, en equilibrio entre silencio y anuncio del Evangelio, equilibro entre oración personal y vida y oración comunitaria, apoyados en la formación y el estudio, siempre desde la compasión y el reconocimiento del otro como hermano, marca el horizonte para descubrir y reafirmar lo que somos; lo que soy.

Hablar con DIOS de los hombres, poniendo en SUS manos el dolor del mundo y mi pequeñez; hablar a los hombres de DIOS desde la presencia comprometida, siendo eco aquí de SU AMOR y voz de los sin voz: Esa es la MISIÓN.

Como recordaba el Maestro de la Orden, Fr. Gerard Timoné, ‘Misión es lo que somos’.

Aterrizarlo en mi vida se traduce en buscar el SILENCIO, contemplar SU MISTERIO, y en cada decisión que tomo primar LA PREOCUPACIÓN POR EL SER HUMANO, con los ojos abiertos a la realidad que me rodea.

Vivo agradecida por descubrir el proyecto de Vida y Misión de Santo Domingo como respuesta al PLAN DE DIOS en mi vida. Y pido seguir creciendo en el deseo de Predicar la bondad y el amor de Dios con la fuerza de la PALABRA y poniendo la vida al servicio del EVANGELIO. Con vuestra oración y la misericordia de DIOS y la vuestra ¡manos a la obra!

Carmen Calama. Laica Dominica.