El viernes 16 de noviembre nos tocó madrugar. Suerte que fue uno de esos madrugones que pillas con ilusión, de esos que cuando suena el despertador saltas de la cama de un brinco. Ese madrugón significaba que en unas horas cogeríamos un avión a Madrid rumbo al IV Encuentro anual de Jóvenes Dominicos. 

Unas semanas atrás, cuando nos avisaron de que el encuentro tendría lugar ese fin de semana, nos pusimos como locos buscando los vuelos más baratos para ir, organizando horarios para que no coincidieran actividades… 

Después de pasar la mañana por Madrid, a media tarde cogimos el cercanías para ir hasta Los Molinos, donde se celebraba el encuentro.

Fuimos el primer grupo en llegar, tan solo unas algunas personas estaban allí organizando las habitaciones y la llegada de todos. Poco a poco fue llegando el resto de jóvenes con quienes compartiríamos el fin de semana. La mayoría de ellos se conocían de otro encuentros y, como nosotros éramos “nuevos”, estuvimos todo ese tiempo intentando recordar los nombres de todos y haciendo familiares esas caras nuevas.

Esa primera noche compartimos la cena que llevamos e hicimos algunos juegos para conocernos mejor todos.

El sábado por la mañana nos levantamos y desayunamos. A continuación tuvimos una oración y la presentación del encuentro. “La fe y la ciencia” iba a ser el tema que nos acompañaría durante todo el fin de semana. 

Durante todo el sábado tuvimos varios talleres donde pudimos conocer la experiencia de fe de algunos profesionales del ámbito científico. Comprobamos a través de sus testimonios que es perfectamente compatible vivir una experiencia plena de Dios a la par que aceptar los avances científicos de nuestros días.

A la noche tuvimos una oración que nos sirvió a todos para ser conscientes de la importancia de contar con Dios en nuestro día a día pues es Él la única “batería” capaz de mantenernos siempre activos para darnos a los demás.

También tuvimos tiempo para conocernos entre nosotros y compartir vivencias sobre las diferentes realidades en las que vivimos y los distintos grupos de los que formamos parte.

El domingo nos levantamos y empezamos a recogerlo todo ya que el día se pasaría muy rápido. En la mañana terminamos la formación del día anterior con más testimonios y tuvimos una eucaristía donde dimos gracias por el fin de semana vivido y donde hicimos una síntesis de lo compartido en estos días.

A continuación tuvimos la última comida y comenzaron las despedidas. 

Todos nos despedimos con pena pues cada uno volvía a su lugar de origen. A pesar de esto, vivimos este momento también con la ilusión presente por vernos en otro encuentro i en otro momento.

Lo vivido el fin de semana quedará grabado en nosotros para siempre.

Carlos Morón Poggio.

Tenerife.

Colegio Dominicas de Vistabella.