Hola a tod@s. Somos Manuel, Javier, Álvaro e Ignacio y os escribimos desde el Colegio Virgen de Atocha-FESD en Madrid. Cursamos 2º de Bachiller. En la asignatura de Religión estamos viendo la importancia que tienen los Derechos Humanos, así como la necesidad de que sean cada vez más promovidos. Dentro de esta temática tenemos una preocupación, considerable, por la situación que se está viviendo en Venezuela.

Hace un mes, aproximadamente, que los medios de comunicación internacionales comenzaron a llenarse de titulares sobre la autoproclamación de Juan Guaidó como presidente «encargado» de Venezuela. Pero para poder comprender y explicar el momento por el que está pasando el país latinoamericano, hay que remontarse al pasado.

La crisis venezolana se lleva arrastrando mucho tiempo: este país siempre ha sido gobernado por dictadores desde que se independizó del Imperio Español, y su economía se ha basado en su riqueza en recursos naturales. Cuando se descubrió que tenía grandes yacimientos de petróleo, se convirtió en una nación que simplemente se dedicaba a exportarlo y a importar los productos más básicos, descuidando otras industrias. Tras el descenso del precio del petróleo, llegó a Venezuela una gran crisis, y con ella el presidente Hugo Chávez. Este gobierno se convirtió en una dictadura, y la fiabilidad de los resultados electorales era más bien baja, repitiéndose este mismo proceso con Nicolás Maduro. Estos presidentes han acabado buscando enriquecerse ellos mismos, mientras el pueblo no tiene ni si quiera para los productos de primera necesidad. Aquí es donde entran países como Estados Unidos, los cuales buscan «ayudar» a reestablecer la democracia. Y ponemos “ayudar” porque se supone que es su principal objetivo, pero es muy probable que Estados Unidos tenga otros intereses detrás, como el petróleo, que se ha mencionado antes.

Tras la autoproclamación de Juan Guaidó como presidente, el mundo se ha dividido: países como Estados Unidos, España y muchas otras naciones europeas están a favor del nuevo presidente y reclaman que se convoquen elecciones; sin embargo, otros países como Rusia o China reconocen a Nicolás Maduro. Al final, esta división resulta en tensiones entre las dos grandes potencias, que son Estados Unidos y Rusia, y los cuales no dudarían en comenzar una guerra por defender sus intereses. También, el gobierno de Nicolás Maduro está rechazando la ayuda humanitaria procedente de países que no le reconocen, mientras su pueblo se muere de hambre y no tiene recursos para subsistir.

Aquí es donde se ven realmente las intenciones de quién quiere mantener su poder y quién quiere salvar a su pueblo.

Los cuatro pensamos que organizaciones internacionales como la ONU son las que deberían intervenir y encargarse de que se proclamen unas elecciones justas y democráticas. Pero todo esto también nos lleva a plantearnos las siguientes preguntas: ¿es moral comenzar una guerra con el fin de sofocar un mal mayor? ¿Son todas las guerras inmorales? ¿Puede existir una «guerra justa»? ¿O quizás es la guerra simplemente otra manera de hacer política?

Manuel Ruiz, Javier Bravo, Álvaro Benito e Ignacio García

2º BACH. Colegio Virgen de Atocha-FESD