Jóvenes cuyos rasgos distintivos son la fe, la esperanza y el amor. Jóvenes despiertos, que creen en Jesucristo, que se reúnen para escuchar juntos la Palabra de Dios y para dejarse interpelar por ella, para comprender sus exigencias y para comprometerse a ser testigos de esta misma Palabra en nuestro mundo.
Jóvenes que hacen comunidad y comunidad de comunidades, pequeños grupos de hombres y mujeres, que se esfuerzan por vivir el estilo de las Bienaventuranzas. Donde juntos se profundiza en la fe y en el compromiso solidario, al estilo de Domingo de Guzmán.
Jóvenes que siembran y construyen Reino inmersos en el mundo. Jóvenes que no se desentienden, que arriman el hombro, que colaboran con todos los que trabajan por un mundo mejor.
Jóvenes que se renuevan constantemente (ni lo de ayer es inamovible, ni lo de hoy es definitivo). Jóvenes que inventan nuevas formas y lenguajes, adecuados e inteligibles para el hoy. Jóvenes que se arriesgan, que eligen la puerta estrecha, el camino menos transitado. Jóvenes valientes, audaces, pero también, humildes y sencillos.
Jóvenes con un talante profético, corresponsable, encarnado y comprometido por fidelidad al Evangelio. Jóvenes que viven y actúan, no desde el miedo, sino desde el amor solidario y comprometido, desde la libertad responsable, tan dominicana.
Jóvenes que se mantienen abiertos al diálogo, a la autocrítica y al replanteamiento constante de sus formas y maneras. Jóvenes que saben asumir de buen grado todo nuevo y bueno y, al mismo tiempo, criticar y desenmascarar las mentiras que nos venden.
Jóvenes, dominicos/as, que no se avergüenzan ni acomplejan por ser y creer, orar y amar, gozar y comprometerse, reír y llorar. Jóvenes cuyo cimiento y corazón es el Dios de Jesucristo.
Jóvenes que son signo de esperanza y de alegría en un tiempo como el nuestro, en el que el desencanto, el desánimo, la monotonía, el aburrimiento y la rutina ahogan tantas cosas; en este tiempo que nos ha tocado, de intolerancia y miedo, de pensamiento único, de posverdad, y realidades líquidas, de demagogos totalitarios.
Jóvenes, en definitiva, que saben celebrar en los sacramentos, y de una manera especial en la Eucaristía, el gozo de su fe en Jesús, el Resucitado.
* Sustitúyase ‘jóvenes’ por: ‘adultos’, ‘ancianos’, ‘hombres’, ‘mujeres’, etc., al gusto del lector.