En la estela de la Belleza, siguiendo uno de los grandes trascendentales (junto a la Verdad y el Bien), la orden dominicana ha sido enriquecida a lo largo del tiempo con grandes artistas. Artistas cuya predicación (laudare, bendecire, praedicare) se ha hecho no sólo dogma para la inteligencia de la fe, sino hermosura transfigurada en tanto que bendición de materia y palabra…

La orden ha dado al mundo, además de maestros y teólogos, pintores, escultores y poetas. Para cerrar este ciclo de colaboraciones con La llama, con motivo del Jubileo y en el resplandor del Espíritu que ayer celebrábamos con la Trinidad, desearía rendir una memoria cordial y agradecida a Fray Emilio Rodríguez, O.P., gran poeta, donde los haya, maestro de poetas, resonando aun el eco de su voz pausada por los claustros de Salamanca.

Emilio nos dejaba en el otoño de 2020, desde la Virgen del Camino (León), aunque los últimos tiempos ejerciera su tarea pastoral en la parroquia de Parquelagos (Madrid), junto a otro gran artista, como es Fray Marcos. Podemos decir que sus años más fecundos los vivió en Salamanca, siendo director de Radio Popular en los años 70 y 80, entregándonos lo mejor de sí: su verso hondo y estremecido, su poesía inquisitiva, su perplejidad casi surrealista ante el milagro cotidiano del existir. Emilio fue repartiéndose en escritos y dibujos, con la humildad de los geranios, desde el claustro de todas las preguntas y todos los silencios, a los que éramos por aquellos años jóvenes universitarios aprendices de poetas.

Pregunto por el silencio (1977) decía ya ese estupor de un poeta maduro, que se iría acrisolando con el tiempo. A vueltas con el tiempo y con las Horas menores (1989), fue construyendo Jardines recortables (1994), donde todos teníamos un espacio propio en aquellos encuentros salmantinos. Y nos conducía hacia el Lugar de manantiales (2014), que es la hondura de la Palabra. A los estudiantes de entonces nos abría mundos inéditos desde sus versos, que casi nos hincaban de rodillas, adorantes, por ejemplo, ante la Absorta luz (2002), de aproximaciones al fulgor alado de personajes y mundos pintados por Fray Angelico.

Emilio no era un poeta de foros relumbrones ni de capillas exclusivas. Como el paisaje asturiano del que provenía, como la penumbra azuloscura de la mina, él era más dado a transitar bosques callados entre suaves neblinas; al estilo de María Zambrano cultivaba la palabra emboscada, veraz y discreta en los lindes del sueño. Como buen dominico, su modo de hacer poesía estaba más cercano al repartir el pan y la palabra, que cada día se hace en la eucaristía. Cuando fue Poeta ante la Cruz nos regaló una Hoguera en la mirada (2013), que aun arde en muchos, a la sombra secular del magnífico claustro de san Esteban, donde él escogiera un pequeño rincón en el que nos reuníamos los martes. De ahí nacía Papeles del Martes (1983), revista de poesía que aún publica la Diputación de Salamanca. Por eso podemos decir “Tu ausencia crece en círculos/ y tu perfil sonoro/ persiste en convocarnos/ al balcón de la risa”.

Repaso hoy los escritos de Emilio, ayudando a preparar la edición completa de su obra (con más de veinte poemarios publicados, varios centenares de versos en la revista, e incontables inéditos que regalaba a unos y otros: amigos, pintores o poetas, los hijos que nos nacían, los viejos que se iban, etc. Me adentro una y otra vez, copiando, corrigiendo, por esos horizontes incendiados, y me vuelve a sorprender como hace más de treinta años: tan intempestivo, tan moderno, tan discreto. Con la humildad de los geranios. En el fondo la pregunta por el silencio que se culmina en su libro póstumo recién publicado, Dimensión y alarido (2021), sigue siendo la pregunta fundamental.

Emilio se fue retirando, como Mar que huye (2010), pero no nos dejó a la intemperie… Además de su palabra fulgurante, a muchos nos queda también en un pasillo, junto al escritorio, o a veces adormecido entre las páginas de un libro de versos, alguno de sus dibujos. Así podemos confirmar con él y en su memoria que

“Siempre hay un rincón en el jardín que nadie ha pisado todavía.

Siempre hay un lugar donde las palabras significan otra cosa.”

Por si alguno quiere acercarse a esos jardines, aquí dejo dos enlaces, uno con sus poemas: http://poetaemiliorodriguez.blogspot.com/

Y otro con su voz, peresentando en 2010, la Antología Mar que huye, en Madrid: https://www.youtube.com/watch?v=JihR7GBbBak

Sagrario Rollán