Acabo de leer el último libro del fraile dominico Felicísimo Martínez. Una obra que lleva por título «Humanos, sencillamente humanos. Desafíos del transhumanismo». El título quizá puede hacernos pensar que aborda la cuestión del transhumanismo -movimiento filosófico y cultural que intenta transformar de forma sustancial a los seres humanos mediante la aplicación directa de la tecnología- pero no es así.

Felicísimo deja muy claro en la introducción del libro que no pretende hacer una presentación del transhumanismo ya que, según nos dice, esa tarea «supera su capacidad» (p. 7). Sin embargo sí que ofrece de forma rigurosa y muy comprensible -algo que agradecemos sus lectores- una amplia reflexión -«meditaciones» en palabras del dominico- que surge de las lecturas sobre este tema y que le han no solo sorprendido, sino preocupado.

Y es que nos dice el dominico que «lo que está en juego -con el transhumanismo- no son pequeños cambios en la vida humana, sino el sentido y el destino de la misma humanidad». En sus 327 páginas el libro recoge nueve capítulos. Hablar de todos ellos resultaría un poco largo. Por ello me quiero detener en el séptimo, que aborda, según mi parecer, un aspecto de considerable importancia: «¿se salvará la libertad?».

Felicísimo dedica una larga meditación a este tema de la libertad. Así pues, mejor que nos hable él mismo:

«(…) Si no se salva la libertad en el transhumanismo, es imposible salvar la identidad humana, es imposible una mejora de la humanidad. Puede llegar algún posthumano, pero habrá desaparecido la persona humana. Aquí está el desafío más radical que las propuestas transhumanistas plantean a cualquier persona: ¿queremos una mejora humana a costa de renunciar a la propia identidad humana? Las personas tienen derecho a decidir con toda libertad. El transhumanismo no podrá programar el bien moral. El bien se elige, no se programa». (p. 218)

Os invito a pensar un poquito: Si la libertad desaparece, es más, si se destruye y ya no se posee la capacidad de querer algo, de obrar consciente y voluntariamente, ¿la vida sería vida? Más que recomendada la lectura de este libro en el que sus «meditaciones» nos invitan a pensar sobre las consecuencias y riesgos que puede acarrear la creación de una o varias especies nuevas a partir de la nuestra.

Fr. Ángel Fariña, OP