El pasado martes 27 nos llegaba la noticia de que dos periodistas españoles, David Beriain y Roberto Fraile,habían sido asesinados en Burkina Faso tras haber sido secuestrados.

Ambos llevaban años viajando a zonas de conflicto, trabajando para la televisión y realizando diversos documentales para poner de manifiesto diferentes realidades mundiales: los conflictos armados de Irak, Afganistán, Kosovo, Congo, Laos, Siria, Sudán, Colombia o Pakistán; incursiones por el Amazonas, con los narcos del cartel mexicano de Sinaloa, la mafia italiana…Esta vez se encontraban entre Burkina Faso y Benin trabajando en un documental, no sobre guerras ni bandas armadas sino sobre la conservación de la naturaleza. Aunque fuera una zona complicada de violencia y terrorismo no les impidió querer trasmitir al mundo lo que ocurre con los animales y la naturaleza, e indirectamente con los habitantes de este lugar.


David en una ocasión comentaba sobre su trabajo: “Sigo fascinado por estas historias, como me fascina el mundo en general. Es maravilloso vivirlo y contarlo. Soy curioso, quiero seguir explotando mi curiosidad y aun voy a hacerlo más. Sobre todo me interesa investigar sobre la naturaleza humana. En medio de la oscuridad también hay alguna que otra luz. No me agoto, cada día me gusta más lo que hago y me siento un privilegiado por poder hacerlo”.


Y Roberto también hablaba de “la necesidad de contar las historias de la gente” con imágenes.

A pesar de tal desgraciado final, gracias a ellos se nos pone de manifiesto las personas que están repartidas por el mundo y que de forma anónima, buscan hacer visibles la vida de otras personas. Gracias a personas como David y Roberto las realidades del mundo tienen rostro y nombre. Son también muchos los misioneros y misioneras que han tomado como decisión de vida el estar junto a los más vulnerables y necesitados. Muchas personas que desde la humildad quieren que los demás no sean colectivos, ni duras realidades sino que buscan dar el valor que tienen las personas y visibilizarlas.

Son diferentes las realidades existentes en el mundo pero a veces no las queremos ver y se nos olvida que detrás de cada una, hay rostros de hermanos que sufren y tienen la misma dignidad que nosotros. Dar la vida no quiere decir necesariamente hacer algo para “acabar en muerte”, sino que se traduce en una entrega total. Nosotros en nuestro día a día también podemos ponerla en practica, en nuestro trabajo, en nuestros encuentros, en nuestro estilo de vida.Mirar el rostro de las personas que tenemos delante, dándoles lo mejor de nosotros mismos y entregando nuestra vida puede mejorar todas las realidades y quién sabe si algunas de ellas hasta poder desaparecer.


Belen Rodríguez Román