Esa frase que tomamos como título de esta columna, atribuida a Santo Tomás de Aquino, en este día del Libro nos resuena como una magnífica invitación a la lectura.

Leer es con seguridad una de las actividades humanas que más dimensiones de riqueza interior de la persona desarrolla. La concentración, la hondura, el ejercicio mental, la memoria.

Nos hace mirar más allá de lo que vemos, nos construye, nos entretiene, nos deleita.

Nos hace más sabios, más reflexivos, más profundos, más curiosos, más inteligentes.

La lectura de buenos libros –que aún a riesgo de equivocarme son casi todos, pues de casi todos puede sacarse algo bueno, aunque ciertamente libros completamente malos también existen…- nos hace salir de nosotros, comprender mejor a los demás, reflexionar de otro modo ante lo que vemos.

Nos hace más libres porque nos hace vivir con más realidad, más capacidad crítica, más autonomía. Cada libro es una ventana a superar la superficialidad, a vivir con más intensidad, a contemplar el mundo.

En las páginas de los libros –de papel o digitales ya, en voz incluso- hay invitaciones, sueños, proyectos, ideas, futuros. Cada libro lleva en sí tantas vidas como lectores, tantas posibilidades como personas.

Cada libro regala inmensos tesoros de aventura, ideas, belleza, reflexión, conocimientos, diversión.

Todo ese caudal de posibilidades es una invitación magnífica en este día del Libro al misterio fascinante de leer.

Vicente Niño Orti, OP. @vicenior