A menudo se oyen opiniones diversas sobre este tema. Hay quienes opinan que la felicidad es un estado momentáneo y pasajero, que no es un modo de vida, que la conseguimos y la perdemos según las cosas que nos van pasando durante el camino. Personalmente, yo creo que la felicidad está en todas las pequeñas cosas del día a día, y aunque hay etapas en las que es difícil notar su presencia, siempre está ahí.

Podemos encontrar la felicidad en muchas pequeñas cosas: somos felices al atrasar la alarma cinco minutitos más, al hacer un bizcocho un día de lluvia, al dar una sorpresa a un amigo o simplemente al ver un paisaje que nos transmite paz y tranquilidad.

La sociedad nos inculca, y nosotros nos creemos, que no podemos ser felices con una vida sencilla, sino que tenemos que buscar desesperadamente esa felicidad en objetos, posesiones, planes, viajes… Cosas que contra todo pronóstico nos alejan de aquello que buscamos. ¿Estaremos utilizando la mirada correcta? ¿No estaremos buscando la felicidad en cosas que nos alejan de tener una vida plena y feliz?

En la Biblia tenemos muchas muestras de cómo Jesucristo, a pesar de todos los obstáculos y humillaciones que encontró, vivía la vida con tranquilidad y dedicaba su tiempo a las pequeñas cosas y a las personas que le rodeaban. Despojarse de todo lo innecesario, de lo que pesa, es un ejercicio de liberación. Y a cambio, la propuesta de llenar nuestras mochilas de actos y momentos de esos que nos engordan el alma, esos que encontramos en el cambio de mirada, ¿acaso no nos invita a ello también la vida de Santo Domingo?

Este año no ha sido fácil para nadie, y aun nos queda mucho camino por delante para habituarnos a esta nueva forma de vida que nos ha cambiado a todos y todas. Hoy os animo a que cambiéis la mirada, y busquéis esos instantes de felicidad y calma (una canción, gestos de cuidado de desconocidos por la calle, la luz del sol, un paseo, un momento de compartir con personas de nuestro entorno, …), independientemente de la situación o de los problemas. Buscad y encontrad todos aquellos pequeños detalles que marcan la diferencia entre una vida de eterna búsqueda y frustración y una vida sencilla y plena, aceptando los problemas, no sin sufrimiento, sino con la convicción de que todo irá bien porque el Señor nos acompaña.

¡Feliz aquel que confía en el Señor!

Proverbios 16:20

Mercedes Lera y Olaya García, voluntarias de Selvas amazónicas.