Con motivo del #8M, las mujeres creyentes hemos vuelto a tomar, no las calles, debido a la situación de la Pandemia, sino las redes sociales, los balcones y la voz para gritar bien alto, #AlzamosLaVoz, #AlcenLaVeu, #HastaQueLaIgualdadSeaCostumbre en la sociedad y, por supuesto, en la Iglesia.

La revuelta de las mujeres en la Iglesia ha llegado para quedarse ya que la situación de desigualdad, tan patente en el interior de nuestras iglesias cristianas, pero también en nuestra sociedad es ya insostenible y anacrónico, al tiempo que ilegal, inmoral y antievangélico.

El Manifiesto compuesto para este día deja muy clara nuestra fe y total vinculación con la Iglesia y, por ello, nuestra determinación por seguir trabajando desde dentro en ella con todas las consecuencias, también las que nos mueven a reclamar cambios internos que reconozcan nuestra pertenencia a ella con todos los deberes y derechos reconocidos.

Para muchas personas nuestras reivindicaciones, en el momento actual son, cuanto menos, absurdas. “¿Qué más pedís? ¿No tenéis reconocidos suficientes derechos ya?”. Creo que esta pregunta olvida que, para nuestra fe, todos y todas somos hijos del mismo Padre y Madre y, suponiendo que fuera verdad que ya hubiéramos conseguido la igualdad completa, para la que falta mucho aún, no podemos dejar de trabajar por la igualdad de todas las mujeres, en todos los lugares y en todo tiempo.

En este sentido, en València, mujeres vinculadas en distintos grupos y comunidades (Sector Dona de la HOAC, Seminario teológico Hágase, Dones Creients, entre otros) organizamos el pasado sábado un acto virtual, como tantos en estos tiempos, en el que quisimos reflexionar sobre una de las violencias más sangrantes que siguen sufriendo las mujeres en todo el mundo: la prostitución y la trata de personas con fines de explotación sexual. Posiblemente ninguna de nosotras haya sufrido nunca esta horrible realidad, pero nos preocupa, nos duele y nos hace seguir activas y buscando alternativas para acompañar a las mujeres y las niñas que lo siguen sufriendo en nuestros entornos y en otros lugares más alejados.

Para hacerlo, el sábado nos reunimos para ver “Miente”, un cortometraje de Isabel de Ocampo premiado en los Goya de 2009 (se puede ver en abierto y se lo recomiendo mucho); y a continuación, debatimos sosegadamente sobre él. Además, nuestra compañera Ester Calderón Gambín, nos habló del Front Abolicionista del País Valencià en el que realiza una de sus militancias como cristiana comprometida con el feminismo y la abolición de la prostitución.

Se podrían decir muchas cosas sobre este corto pero creo que una de las llamadas más claras que obtuvimos del debate de ayer es a seguir trabajando por la educación y la sensibilización en esta materia, así como a la propia formación de cada una de nosotras. Se trata de conocer, para poder mostrar mejor la realidad de tantas y tantas que en el mundo NO “realizan el oficio más antiguo del mundo”, porque ser violentada, maltratada, violada y obligada a prostituirse no es un trabajo, no puede serlo (el mito de la libre elección de las mujeres es eso, un mito en el 99,9999… por ciento de los casos).

Así que nada más. Les animo a ver el corto y a seguir leyendo y aprendiendo sobre esta asunto que también preocupa al papa Francisco, por si nombrarlo sirve para que cada vez más personas se animen a involucrarse en la abolición de la prostitución y de la trata de seres humanos.

Olivia Pérez Reyes