Es un clásico para muchos en esta época de frío, tiempo de descanso y fiestas, ver “pelis de Navidad”. Casi todas ellas son comedias americanas que buscan un momento de entretenimiento y diversión. La mayoría se basan en historias que ocurren dentro de familias con jerséis navideños alrededor de un pavo o de un horno preparando galletitas de jengibre; con niños rebeldes que o bien solo piensan en sus regalos de Navidad o, hacer travesuras en este tiempo. Pero sobretodo el personaje estrella es un hombre gordito con barba blanca, que en muchas ocasiones tiene una vida normal o en algún mega centro comercial pero que al final resulta que tiene como amigos a unos renos y que acaba yendo en trineo haciendo felices a todos los niños con sus regalos.

Vaya, nada parecido a la Navidad de nuestra cultura española (aunque cada vez más queramos ser como los americanos) y mucho menos de lo que celebramos los cristianos. Igual que existen numerosas películas sobre la Pasión de Cristo, pocas son las que tratan sobre el camino hasta su Nacimiento. Pero hace unos días recomendaban la película “La Cabaña” y ahí que nos pusimos a verla toda la familia.

La historia también transcurre dentro de una familia americana, pero esta vez fuera de las grandes ciudades y del gran ajetreo de luces y regalos. El protagonista de la historia, un guapo padre de familia que cuida a los suyos con cariño. De repente toda la familia sufre un evento muy traumático. A partir de ese momento Mack, el protagonista, aparece como un hombre frágil y perdido que se ve en una situación de crisis personal y también espiritual. En ese momento de mayor debilidad recibe una carta sin sello, y aunque desconociendo quién la manda, tiene una firma muy especial. La indicación de dentro de la carta es clara: “acude a la cabaña”. Se sigue sintiendo triste, confundido y en esta ocasión, con la indecisión de si seguir aquella llamada.

Os dejo descubrir que hay detrás de esa llamada y que puede descubrir Mack. Solo os adelanto que se encuentra con tres personajes muy importantes y, aunque él pensaba que ya conocía, siente que son una verdadera compañía. A parte de re-conocerlos, se descubre. Mark se encuentra a sí mismo tras un largo camino, con baches y dificultades pero que tras esa compañía y su confianza, se abre un nuevo mundo para él lleno de perdón, aprendizaje y sobre todo amor.

Aunque esta película no es “la típica” película de Navidad os recomiendo que la veáis en estos días. No nos olvidemos que estamos a la espera de lo que ocurrirá esta noche y con la esperanza puesta en un Niño que nace desde la humildad, que nos llenará de alegría y amor. Que vivamos este día así y sepamos compartir este camino con los demás.

¡FELIZ NAVIDAD!

Belén Rodríguez Román