Cuentan la anécdota de un anglicano a finales del siglo XIX que a punto de entrar en la Iglesia Católica y tras un proceso de conversión acompañado por frailes dominicos, quiso viajar al Vaticano antes de dar paso tan significativo. Quería conocer Roma y ver si todo aquello que desde el anglicanismo y el mundo de la reforma se decía –la corrupción, el hedonismo, la superficialidad, la búsqueda del poder- era real o no. Quería saber de veras dónde se iba a meter.

Los frailes que le acompañaban en ese proceso espiritual de conversión intentaron disuadirle, con el temor de que lo que viera le moviera atrás en su decisión. Sabían bien que no era difícil ver todo eso y que era bastante probable que no fuese capaz de mirar más allá. La Iglesia es capaz de mostrar en su superficie todo eso, ¿pero sería capaz de mirar más allá en ese momento de su crecimiento espiritual y religioso? Él continuó adelante con su viaje.

Al regresar no sólo seguía convencido de su conversión, sino que estaba aún más apuntalada esa decisión. ¿No habría visto todo eso tan real que se ve en la Iglesia, ese ver más al clero que a Cristo? Lo cierto es que su viaje no había sido en falso. Argumentó con una visión profunda para continuar en su camino espiritual. Había visto todo lo mundano, pero había visto también más: si la Iglesia había sobrevivido 2000 años a los hombres que la regían, realmente algo providencial y divino debía de tener.

Me resuena esta historieta estos días porque leo barbaridades del clero. Un sacerdote ha justificado los asesinatos de ETA. Un cura pide dinero en su misa de modos poco corteses. Colean las informaciones de los abusos en la Iglesia.

Pues eso. Algo providencial y divino ha de tener ésto pese a todo. Vasijas de barro que portan tesoros incalculables somos.

Y sobre todo esa visión. Pese a tanto terrible y poco evangélico que hay, hay también mucho, bueno, vivo y santo en la Iglesia por lo que merece la pena seguir dando la batalla. Sea la educativa –no dejen de sumarse*- sea la caritativa sea la predicadora.

Algo tendrá.

Vicente Niño Orti, OP

*: Desde distintas realidades de la Escuela Concertada se están lanzando iniciativas que informen a toda la sociedad de lo que la ley Celaa, la nueva ley educativa, quiere: recortar los derechos de los padres para elegir la escuela que quieran para sus hijos. Se pueden encontrar material de apoyo e información en el sitio web de la Plataforma Concertados, y se desea –además de realizar concentraciones de rechazo, manifestaciones y protestas- hacer una recogida de firmas en protesta a través de la web www.masplurales.es.