No hablamos de Shakespeare, no, ni tampoco de estas canículas con las que tanto cuesta conciliar el sueño… Más bien, en este comienzo de verano, hablamos de la importancia de soñar…

El verano está hecho para los soñadores.

Pero los sueños también se alimentan.

Los sueños crecen con el arte, con los libros, el cine.

Los sueños crecen con los diálogos, la charla, la conversación.

Los sueños crecen estando con otros, conociendo otras gentes, otras vidas.

Los sueños crecen con los viajes, los lugares, la curiosidad, conociendo otros mundos.

Soñar alimenta la vida. Soñar ayuda a cambiar la vida.

En la tradición bíblica, Dios utiliza los sueños para comunicarse con el hombre.

Así que, al comienzo de este verano, desde La Llama, invitarles y recordarles que sueñen y que alimenten sus sueños.

Vicente Niño, OP