Ya llegan las cenas de empresa, cuadrilla, clase, familia, grupo de teatro, de catequesis, club de aikido, y añadid todas las que se os ocurran y correspondan. Paralelamente, miles de artículos en los periódicos sobre cómo no ganar esos kilos, o que sean algunos menos. Vaya miedo que tiene nuestra sociedad a un poco de grasa en el cuerpo de más de lo que marca la norma.
En el cristianismo tenemos la suerte de que ya a nuestro fundador le recriminaban sus comilonas y borracheras; vamos, que algunos no le tenían por muy espiritual. ¿Y cuál fue su respuesta? Que los amigos del novio no pueden ayunar en una boda mientras el novio está con ellos.
En estas fechas tenemos la ocasión de reunirnos con la gente que queremos; incluso tu cuñado de ese partido en el que estás pensando y que te va a sacar ese tema que odias. O tu tía que ‘a ver cuándo sientas la cabeza’. En el fondo son todos familia y no van a estar ahí para siempre. Disfrútalos, porque están contigo y no les vas a tener dándote la brasa eternamente, aunque te parezca que sí. Y, si aun así te cargan demasiado, con un buen trozo de turrón en la boca todo es más dulce.
Asier S.B.