En estos días todos nos hemos quedado sobrecogidos por las imágenes de violencia que hemos visto en las calles de París y de otros lugares de Francia. Cuando parece que estamos aletargados o incluso zombificados, que nada se mueve en nuestra sociedad. Lo que ha pasado en las calles de nuestro vecino nos hace despertar de ese adormecimiento.

Esta protesta que es justa en muchas de sus reivindicaciones, pero que se ha ido de madre en su desarrollo, nos hace girar la mirada hacia lo profundo de una sociedad con graves problemas estructurales como la desigualdad, el desempleo, la inseguridad económica y el descontento.
Estos problemas de fondo que han originado esta desestabilización son comunes en varios países europeos. Y ya hace tiempo que también están surgiendo partidos populistas que ofrecen a estos problemas de fondo recetas tan sencillas como poco creíbles.

Ahora es el momento, más que nunca, de hacer una verdadera búsqueda de verdad en nuestra sociedad, de dejarnos de politiqueos y soluciones “fast and furious”. Vayamos al fondo, a la verdad, afrontemos los desafíos latentes. Y asumamos lo que nos toca cambiar en conjunto. Las soluciones no siempre serán del gusto de todos y puede que incluso impliquen algunas renuncias. Pero estaremos superando el egoísmo para alcanzar soluciones duraderas en pos del bien común.