El pasado lunes 3 fue el Día Internacional de las personas con Discapacidad. Me lo pasé entero recordandolos días que pasé este verano en el centro “La Blanca Paloma” en Granada, que ofrece, entre otras cosas, un centro ocupacional para personas con discapacidad psíquica.

Ya hacía un tiempo que me planteaba lo mal que suena la palabra “discapacidad”, por su connotación negativa y por la etiqueta que pone a las personas que la tienen, independientemente del tipo que esta sea. Había leído algún libro que planteaba que quizá en algunas ocasiones somos precisamente las personas”capacitadas” las que sobreprotegemos a las”discapacitadas” y no las dejamos ser ni desarrollarse.

Pero aquellos escasos 10 días con las mujeres de la Zubia me hicieron finalmente darme cuenta de que la discapacidad no existe, o al menos que para nada debe ser la palabra que utilicemos para definir o presentar a nadie.

No somos discapacitadas, somos diferentes y diversas, y me incluyo a mí, y te incluyo a ti que lees estas líneas,porque en la carrera me han enseñado que las capacidades son verbos (leer,hablar, ver, pensar, correr…) y hay tantas como puedas imaginarte. Porque es precisamente la variedad la que nos enriquece y complementa…

En este mundo que últimamente parece dominado por el odio y el miedo a lo diferente (estas sí que son discapacidades) ellas ponen la capacidad más grande, la de abrazar acoger y amar sin filtros.

Laura Fernández. MJD.