En el Colegio Mayor Santa María del Pino, de las Dominicas Misioneras de la Sagrada Familia, algunas colegialas realizan un voluntariado de acompañar cada semana a las religiosas dominicas de la residencia con la que comparten edificio. Sol Cruz-Conde, colegiala de segundo año del Mayor, nos cuenta su experiencia.
Estoy en mi segundo año de carrera y, en el inicio de curso decidí que, como ya estaba completamente instalada en Madrid y había vivido mi primer año de universidad, era el momento de retomar voluntariado; actividad que considero esencial para una persona ya que, entre muchas cosas, te hace mucho más feliz y que, por supuesto recomiendo a todo el mundo.
De entre las distintas actividades que nos ofrece el Mayor, decidí realizar el del Acompañamiento en la Enfermería de las hermanas dominicas de la Congregación Misionera de la Sagrada Familia (dicha enfermería está situada en el edificio de al lado del Colegio Mayor). En este acompañamiento visitamos un día a la semana a aquellas monjitas que están enfermas.
Recuerdo el primer jueves a las 16:30h que estaba muy emocionada y a la vez nerviosa por ver “qué me iba a encontrar”. Entramos en un salón donde las monjitas nos estaban esperando y, puedo decir que estaban incluso más entusiasmadas que nosotras. Aquel día, lo empleamos en presentaciones y así es como poco a poco nos fueron diciendo sus nombres: Sor Genoveva, Sor Mª Elena, Sor Lucía, Sor Carmen, Sor Ángeles… Todas ellas inspiraban una gran ternura y además fueron muy acogedoras con nosotras ya que, al ser nuestro primer día, estábamos bastante tímidas. Rápidamente fuimos cogiendo confianza y, en mi caso, cada vez más cariño. Siempre que toca despedirse, ni nosotras queremos irnos, ni ellas quieren que nos vayamos. Sor Lucía siempre nos dice: “anda muchachitas, ¡Quédense un ratito más! ¿Vendrán el próximo día?”.
Son personas que han tenido una vida en misión totalmente entregada a los demás, dedicadas a llevar la fe cristiana a lugares donde estaba prohibida. Están llenas de bondad y por su sacrificio y dedicación tienen “el cielo ganao”. Son personas que aportan felicidad al resto, y hablo desde la experiencia porque estoy segura de que ellas me aportan mucho más a mí de lo que yo puedo aportarles a ellas en estos encuentros. Han tenido una vida apasionante y a la vez difícil por lo que siempre me digo: “lo mínimo que se merecen es que tú emplees un ratito de tu vida en estar con ellas y hacerles compañía, además, siempre terminas más feliz de lo que entraste”.
De verdad, solo puedo dar las gracias por haber tenido la oportunidad de haberlas conocido y de pasar esos ratitos con ellas que, para mí, son ratitos de felicidad. Espero que con mi experiencia os anime a participar en este tipo de actividades ya que no cuestan nada hacerlas y te llenan de satisfacción como persona.
— Sol Cruz-Conde de la Moneda —
Colegiala de 2º en el Colegio Mayor Sta. María del Pino
El presente texto fue publicado originalmente en la web del Colegio Mayor Universitario Santa María del Pino. www.colegiomayorpino.com.