La estación de buses de Moncloa abrazó de nuevo a todos aquellos que estaban deseando reencontrarse. Así comenzaba el fin de semana pasado para los que llegábamos de Asturias, Madrid y Pamplona.
Atrás quedaban horas de viaje que a ninguno de los casi 70 que acudimos al IV Encuentro anual de Jóvenes Dominicos nos pesaron realmente. Unos cuantos ya se conocían, otros nos “encontrábamos” por primera vez, y es que la vida son encuentros, y si somos lo que somos, también lo es por los encuentros que hemos tenido.
Ahora lo entiendo todo. Entiendo los lunes cuando Esnalar volvía sin voz, sin haber dormido más de siete horas en dos días y con la mirada llena de luz.
Para los que aún no lo habéis probado, no lo dudéis, porque Dios está allí, entre las tres filas de literas en donde, entre la vigilia y el sueño cuando empieza a amanecer, soñamos con un mundo mejor. Dios está allí, entre nuestros cantos desafinados que no entienden de fronteras ni de límites geográficos antes de la pre-cena. Dios está allí, alentándonos en la certeza de que no hay ciencia sin religión, ni religión sin ciencia. Dios está ahí, en las palabras de Belén Sánchez, José Vicente Vila, Fr. Bernardo Sastre o en la oración de Espiga.
Creo que ahora, después de habernos compartido y reconocido, escuando realmente entiendo que sólo el grano de trigo que cae a tierra y muerees el que germina y da vida. Vivir es desvivirse, ahí es donde reside la ciencia, no hay mejor manera de “gastar” la vida que dando vida.
Y tan rápido como se leen estas líneas terminó el fin de semana. Lalluvia nos despidió en el mismo umbral en el que nos encontramos. A veces, lapequeñez de cuatro paredes podemos descubrir una gran verdad: no hay brechasentre ciencia y Fe.
Sara Cantelli