Cuando se acercan estos días en los que la Navidad parece estar a la vuelta de la esquina, una de las céntricas calles de Madrid, la calle del Carmen, se llena de unas colas sorprendentes que la recorren calle arriba y calle abajo. Y eso, porque hay allí un famoso despacho de lotería, Doña Manolita, que es uno de los más tradicionales lugares donde comprar participaciones para el sorteo de Navidad, comprar una esperanza, un sueño y una ilusión…

Pensaba uno de estos días al pasar por allí, cómo precisamente eso – la ilusión, la esperanza, los sueños…- siguen siendo capaces de encender el corazón para afrontar molestias, fastidios e incomodidades como las colas, la lluvia o el frío que esa gente afronta en estos días. Sueños, ilusiones y esperanzas de una vida mejor, de una vida más libre, sin tantas servidumbres, sin tantas molestias, sin tantas inseguridades, con más posibilidades, con más comodidad…

 Al llegar a casa, en las noticias, salía la marcha de losmigrantes que quieren llegar a Estados Unidos desde toda Centroamérica, cargados de sueños, ilusiones y esperanzas de una vida mejor… y me di cuenta, que al final, todos, soñamos lo mismo… una vida mejor.

Vicente Niño