Tuve la suerte, hace un poco, de impregnarme de naturaleza en un centro de recuperación de animales en el que rescatan a algunos que seencuentran en mala situación. Después, si es posible, los devuelven a la naturaleza. Para los que no, este centro se convierte en su casa, como un buitre leonado que tenía sus alas rotas.

Pero entre los animales que, al parecer, es imposible devolver a la naturaleza, se encuentran los lobos; así nos lo explicaba la guía del centro antes de darles de comer. Apuntaba que el motivo principal era los problemas que los humanos estamos generando a esta especie.

Aquella experiencia me ha hecho reflexionar sobre una de las muchas contradicciones de esta sociedad. Por un lado, grandes preocupaciones por el ecologismo y por los animales: un dato que avala esto es, por ejemplo,el gran aumento que han tenido en los últimos años dietas vegetarianas o veganas o el crecimiento de algunas opciones políticas que defienden estas posturas. Por otro lado, el comportamiento como sociedad es, de hecho, más dañino para la naturaleza: más residuos, más contaminación, más cambio climático…

Y siento que esto es una muestra más del miedo al compromiso que tenemos en nuestra sociedad. Todos somos muy ecologistas… hasta que hay que elegir si coger el coche o andar, llevar las bolsas de la compra desde casa,decidir entre comprar un ultraprocesado o un alimento fresco, etc. Incluso decisiones conscientes y comprometidas pueden resultar a la larga dañinas, como lo son los grandes monocultivos de soja que deforestan la Amazonía.

Aquellos lobos comen todos los días muy felices, pero porque viven aislados del mundo exterior. Si algún día podemos volver a convivir con esta especie, significará que hemos cambiado el rumbo que seguimos actualmente y que hemos reforzado el hilo cada vez más débil que nos une con la naturaleza.Es muy difícil porque debe tratarse de una serie de decisiones colectivas y quizá por eso me fascinó tanto observar unos animales que solo saben vivir en manada.

Asier S.B.