Hablando el otro día con Luca y Andrea, una pareja que se van a casar próximamente, me contaban que estando de visita en Valladolid, entraron cogidos de la mano en una iglesia. En una capillita, en la que había una imagen de la Virgen María (así, cogidos de la mano) encendieron una vela, para que María cuidase y protegiese el amor que se tenían y se dieron un beso.
Una señora, que había estado rezando, muy devota ella e indignada por ese comportamiento tan poco ‘cristiano’, al pasar junto a ellos, con muy mala cara y peor tono, les espetó: ¡A quererse fuera de la Iglesia!
¡A quererse fuera de la Iglesia! Tristemente es así como muchas personas perciben a la Iglesia y sus instituciones: un lugar en el que, a pesar de estar cada dos por tres hablando de Amor(es), no hay lugar para el amor.
¿Cuántas personas se sienten expulsadas, no queridas ni aceptadas en nuestra Iglesia? La Iglesia de Jesús, que debe ser madre amorosa, refugio de pecadores, ‘hospital de campaña’, muchos -¡demasiados!- la sienten y la viven como ‘madrastra’, como un lugar inhóspito y poco acogedor, donde no se les quiere.
Pongamos carteles a las puertas de nuestras iglesias y de nuestra Iglesia, de nuestras comunidades, de nuestros grupos, de nuestros hogares, de nuestras vidas: SI QUIERES QUERER, SI QUIERES AMAR, ESTE ES TU SITIO. ¡BIENVENIDO!

Fr. Ricardo Aguadé, OP