Caminar por las alturas, es una expresión del profeta Habacuc, nos puede parecer que nos habla de ser superficiales, de no llegar a lo hondo de las situaciones y buscar las mejores soluciones, sino de pasar por encima sin casi “mojarnos”, pero quien camina por las alturas de verdad no despega sus pies del suelo, sabiendo guardar las distancias necesarias para mirar con objetividad y poner de sí la huella que marca la presencia, el camino y la pisada de quien lo guía.
Hoy hay que aprender a caminar por las alturas, hay que saber descubrir de dónde nos viene la información que nos deja descubrir lo mejor posible la realidad que nos rodea, hay que aprender a no dejarnos llevar únicamente por los sentimientos que nos provocan diferentes situaciones que se dan en nuestro mundo, a la vez que no debemos dejarnos guiar únicamente por la razón que nos hace ejecutores de ordenes que provienen de cálculos y estadísticas matemáticas. Caminar por las alturas supone que a la razón se le une el co-razón para saber poner los sentimientos en su justa media al lado de los razonamientos que nos llevan a actuar de la forma más justa posible, que nunca es la misma para todos.
Hoy nos piden pasos firmes y decididos, nos llaman a ser profetas de realidades justas, de reparto equitativo, de enseñanzas globalizadas y aprendizajes personalizados. Intentemos que las únicas fronteras que existan en nuestro mundo sean aquellas que nos permiten ver el horizonte del mar desde tierra, que nos ayudan a separar el mar del cielo, que nos dan la posibilidad de imaginar lo que hay más allá sin verlo.

Macu Becerra