Pero sobre todo, si no te gusta, no comentes, no compartas, apaga, desenchufa.
En los años 90, la ahora muerta y enterrada cadena ¡pública! valenciana, Canal 9, creó Tómbola, aquel formato imposible e insufrible que nos dejó momentos “estelares” para la posteridad. Y de aquellos polvos -¿uy, se podrá decir esto aquí?-, estos comentaristas. Creo que en hemos integrado el opinadorismo… y casi sin que nos pregunten, todos opinamos acerca de todo. Y como dice un buen amigo: el problema es, sobre todo, que no necesitamos recibir las opiniones de los demás rodeadas de hiel, de ira, de violencia, como nos enseñaron en Tómbola y nos muestran cada día muchos tertulianos y tertulianas.
Si vas a leer porque crees que el artículo puede decirte algo nuevo, interesante o, simplemente, entretenido, bien, lee. Si no voy a aportarte nada, no pasa nada. No me leas. Hay millones de ofertas alternativas. Cada segundo se producen millones de artículos en todo el mundo que se cuelgan en la red. Pero si decides leerlo y comentarlo, por favor, no vomites tus opiniones o tu cabreo contra quien escribe. En nuestro caso, es una reflexión humilde sin ninguna pretensión de convencer, adoctrinar o sentar cátedra. Lee y comenta si quieres pero, por favor, no adoctrines ni amenaces. Gracias.
La familia Dominica tiene las herramientas necesarias para evangelizar a través de las redes sociales. Ánimo.
Seré el primero en comentar y criticar.
Imagino que la entrada está precisamente para buscar el debate, consustancial al raciocinio.
La crítica es necesaria, y a veces casi obligatoria, como la que se hace en el texto de Tómbola.
Hace unos meses me comentaba una crítica literaria que ciertas editoriales están exigiendo el fin de las críticas negativas sobre los libros que publican, bajo una premisa semejante: si no te gusta que no se note. Con lo cual se pierde buena parte del sentido del propio trabajo de valoración.
Vivimos en una sociedad en la que se expande como un virus la noción de que todas las ideas son igualmente respetables.