Hace unos días, un alumno del primer ciclo de la ESO me preguntó: “Richi, ¿por qué no es cristiano ser gay?”. Lo preguntaba me dijo, porque en su casa habían comentado el hecho de que un párroco no había dejado a un chico gay ser padrino de bautismo y el obispo había apoyado al párroco haciendo referencia al mal ejemplo que daría al niño “un pervertido”.

Cuando mi alumno me hizo la pregunta, lo primero que recordé, fue una pregunta semejante que se hacía Emilio Estébanez, dominico, allá por finales de 1992, en su libro “¿Es cristiano ser mujer?”. De las mujeres también se ha sospechado y se sospecha que puedan realmente ser cristianas, al menos al mismo nivel que los varones, con la misma dignidad y con las mismas posibilidades.

El que un adolescente o joven (¿no son la mayoría?) sospeche que no se puede ser gay y cristiano, no deja de ser significativo de cómo llega a las personas la Buena Noticia que anuncia la Iglesia. Por otra parten jamás ningún alumno o alumna me ha preguntado si es cristiano ser heterosexual.

Ante la pregunta, ¿qué he de decirles a mis alumnos y alumnas? ¿Y, especialmente, que he de decirles a mis alumnos homosexuales, lesbianas, transexuales, que los hubo y los hay? ¿He de decirles que la buena noticia de Jesucristo es para todos, pero para ellos y ellas, algo menos? ¿He de decirles que pueden ser lo que son, pero mejor que no lo piensen, no lo sientan, no lo digan, no lo insinúen, no lo practiquen; que mejor no salgan de armario?

Para mí la cuestión clave es: ¿qué diría y haría Jesús de Nazaret hoy?

Teniendo presente el rostro amoroso del Dios en el que creo, revelado en Jesús de Nazaret, les seguiré diciendo lo que siempre les digo: la diversidad es una muestra más del amor de Dios; Dios les ama infinitamente y tienen todo el derecho a ser, sentir, amar y vivir según lo que son.

Coincido con el teólogo dominico holandés Edward Schillebeeckx en que no existe una ética cristiana respecto a la homosexualidad. Se trata de una realidad humana que debe asumirse como tal sin apelar a valoraciones morales excluyentes. La incompatibilidad en el cristianismo no se da entre ser cristiano y ser homosexual, sino entre ser cristiano y ser insolidario, entre ser cristiano y ser homófobo, entre ser cristiano y ser racista, entre ser cristiano y ser corrupto o, como dice el evangelio, entre servir a Dios y al dinero.

Fr. Ricardo Aguadé, OP