Estamos en un mundo, sobre todo el virtual, lleno de haters. De esos que buscan cualquier excusa para señalar cuán equivocado estas y qué mala persona eres por un tuit de 140 (perdón, 280) caracteres. Basta una frase, una foto, una declaración en el momento inoportuno para poner de acuerdo a los profesionales del odio, abiertos 24 horas al día.

Por eso me quedo con una idea: seamos lovers. No respondamos con malos modales a quienes así escriben, sino con buenas palabras (algo dice en el Evangelio de poner la otra mejilla); siempre va a haber a quien no le guste lo que digamos. Tampoco hagamos leña del árbol caído, más bien mostremos misericordia y olvidemos lo que la red no olvida (porque el ciberacoso es cosa de niños y los adultos seríamos INCAPACES de hacerlo…).

Muy necesario: no dejemos que los haters controlen nuestras palabras y pensamientos, como sucede cada vez que nos enzarzamos en respuestas sucesivas que se pueden llamar de todo menos diálogo.

Sobre todo: busquemos el enfoque positivo de lo que nos pasa. Hablemos en clave de esperanza, acogida y encuentro. Tengo la certeza de que una sonrisa sincera y algo de humor inteligente es la mejor arma para combatir a los que solo viven por y para odiar tras la pantalla y no ser uno de ellos.

(Estas ideas las he cogido y transformado después de ‘reinspirarme’ durante dos días. Gracias a las palabras de Mateo, Andrea, Lourdes, Natalia y muchos más)

Asier Solana