Mi teléfono está lleno. Eso me dice hace varios días pero claro, después de Nochebuena y Navidad no es que esté lleno, es que va a estallar.
He recibido decenas de vídeos, centenares de fotos y memes, unos chistosos, otros más serios, algunos incluso, denunciando situaciones dolorosas. He recibido, entre otras, imágenes de la campaña por el #CIErre de los #CIEsNO o apoyando la campaña #DefendiendoAMaleno, a favor de Helena Maleno, la activista y defensora de los #DerechosHumanos en Marruecos que hoy va a juicio en aquel país acusada por el Estado español de trata de personas.
He recibido belenes domésticos, vírgenes marías -hasta una pariendo en vivo, en serio-, papás noeles, chistes sobre la Lotería de Navidad, familias sujetando su propio árbol de Navidad, vídeos con cuadros barrocos sobre el Nacimiento y fotos de sagradas familias de refugiados huyendo de la violencia y de la muerte… dos mil años después…
Son una riqueza y una bomba estas redes sociales, la verdad. Sé que hay grupos en los que la gente no habrá dejado de compartir mamás noeles con poca ropa y señores negros en diferentes  posturas y con distintos disfraces. Como dice el papa Francisco, “los correos electrónicos, los mensajes de texto, las redes sociales, los foros, pueden ser formas de comunicación plenamente humanas”. Pero insiste en tener en cuenta si se usan o no para el bien común y si fomentan la que él ha bautizado como “cultura del encuentro”.
Francisco, el papa de los 15,6 millones de seguidores en Twitter solo en castellano, afirma: “El acceso a las redes digitales lleva consigo una responsabilidad por el otro, que no vemos pero que es real, tiene una dignidad que debe ser respetada. La red puede ser bien utilizada para hacer crecer una sociedad sana y abierta a la puesta en común” y “las redes sociales son capaces de favorecer las relaciones y de promover el bien de la sociedad”.
Pero igual nos hace falta, de cara al nuevo año, iniciar una dieta de adelgazamiento de lo que compartimos en #RedesSociales (#SM por sus siglas en inglés); o comenzar “una colección de fascículos” que nos ayuden a reflexionar sobre la necesidad de desconectar de vez en cuando. Nuestra familia y amigos nos lo agradecerán.
Finalizo este alegato en favor del “racionamiento” de Internet invitándoles a visitar una cuenta de Twitter que no comparte memes sino imágenes de lugares y personas invisibles para casi todos menos para los fotoperiodistas que las hicieron y para él, que las muestra para que no olvidemos lo que ocurre no tan lejos ¡a personas como usted, su madre, su hermano o yo misma! Por cierto, ¡Feliz Navidad!
Échale un vistazo al twitter de Miguel A. Rodríguez.

Olivia Pérez