Ha llegado la Navidad. Y con ella, Papá Noel,  los Reyes Magos  y los amigos invisibles.
Sí, los amigos invisibles. La realidad es que a día de hoy  se ha convertido para muchos,  en una tradición.
¿Cuál será la clave del éxito de este juego tan sencillo?
A la mayoría de las personas, nos gustan que nos sorprendan. Durante el año, exceptuando vacaciones, nos invade la rutina. Y cuando ocurre “algo” que no esperabas, nos hace sentirnos vivos. 
A su vez, saber que alguien ha estado pensando en tus gustos, y ha dedicado tiempo en ti, es otra manera de sentirnos queridos. Cada vez las personas somos más “frías” y nos cuesta exteriorizar sentimientos. Necesitamos de ese cariño. Y a su vez, darlo. Por eso, también nos ilusiona el hecho de regalar.
Además, este juego te asegura que recibirás un regalo y que el tiempo que tú dedicas, lo está dedicando otro en ti.  No nos sentimos satisfechos con dar, sin esperar nada a cambio.
Cuántas cosas puede reflejar de la sociedad la palabra “invisible”, detrás de la de “amigo”.
Pero… ¿Y si diésemos sorpresas de verdad, y dedicásemos nuestro tiempo  a las personas, simplemente por el simple hecho de amarnos?
¿Y si no necesitáramos un  juego, como una excusa para mostrar nuestro amor?
Dejaríamos de ser invisibles, para ser visibles. Y eso, nos da miedo.

Almudena Monzó