Una riada de gente camina por las calles de cualquier ciudad de España. Gentes, ruido, bolsas, luces, canciones que salen por las puertas de las tiendas, bulla, más ruido, claxons, coches, motos, policías, vendedores a voces, compras, paquetes, gorros de formas y colores, niños, mayores, parejas, familias, amigos.
En medio de toda la gente. A contracorriente. Parado. Quieto. De pie. Casi que contra todos los que caminan. Siendo evitado por la gente. Un hombre mira. Tiene los ojos cerrados. Ve. Sonríe. Pero no es apenas visto por nadie. Solo algunos curiosos se sonríen con simpatía al verle. En medio de todo, no es parte de lo que hay.
Algo así vi ayer en Madrid, y me pareció la definición de lo que la Navidad es en medio de estos días. Está en el centro de todo el ruido, el brillo, las luces, las fiestas, las compras, las canciones y el jolgorio. Pero no es exactamente nada de eso.
Tiene los ojos cerrados, porque está vuelto hacia dentro. Sonríe, porque es alegría. Sin ser parte de lo que hay, casi que sólo visto por algunos pocos, le da sentido a todo lo que al rededor tiene, aunque la gente ni lo sepa ni lo comprenda.
Feliz Navidad.

Fr. Vicente Niño, O.P.