Testimonio voluntaria en Mahotas

[holo_row boxed=”undefined” margin_top=”” margin_bottom=”20″ padding_top=”” padding_bottom=”” border_top=”1″ border_bottom=”1″ border_left=”1″ border_right=”1″][holo_column size=”col-sm-12″][holo_testimonials background_image=”” background_repeat=”no-repeat” background_color=”#a5a5a5″ background_transparency=”” margin_top=”” margin_right=”” margin_bottom=”20″ margin_left=”” style=”sidebar” title=”Maddalen, Voluntaria en Mahotas, Mozambique” unique_id=”holo_testimonials-6158″][holo_testimonial author_name=”Maddalen” author_job=”” author_image=”http://jovenes.dominicos.org/wp-content/uploads/2015/04/Captura-de-pantalla-2015-04-14-a-las-18.45.41.png”]

Un hasta pronto con el mejor de los sabores

Día 11.11.2012 Domingo. Último domingo en casa, Mahotas, casa de las hermanas. Se acerca el final de esta mi primera experiencia africana. Y aun no soy consciente, no puedo. La vuelta será dura pero no es tiempo para pensar en eso.

Aquí sentada delante del portón y mientras estos pequeños pero tan grandes, nuestros niños, los vecinos… me deshacen las trenzas de la cabeza, y esta vez la trencé enterita. Con ellos empiezo esta valoración de mi experiencia como voluntaria en casa de mis hermanas Misioneras Dominicanas del Rosario.

Dicen que África engancha; su olor, su esencia, su música, su ritmo… que siempre recibes más de lo que das… Que siempre te sorprende… verdades como puños.

Me encanta verles concentradísimos deshaciendo cada trenza… no tenemos peine, utilizan picos, con las manos sucias pero con delicadeza, acarician cada mechón y no dejan de sonreír… hoy es el aniversario de los gemelos, Edith y Pai, hasta hoy lo desconocíamos. Su madre parece que salió pronto de mañana dicen que antes que ellos despertaran… quizá no tenía qué ofrecerles, el hermano mayor que acaba de asomar la cabeza no recuerda la fecha, desde ayer a noche no han llevado bocado a la boca, pronto llega la hora del almuerzo pero casi seguro tendrán que esperar si hay suerte, a la hora de la cena. Dicen que cantarán parabens… a esa hora, de la noche. Aun así, no están tristes, están emocionados, mañana continúan las colonias, no paran de hacerme preguntas de los talleres, la gimnasia, las clases de inglés… y se muestran encantados de cumplir sus 9 años. Hasta los niños son un ejemplo aquí. África, Mozambique en este caso; no se cansa de darnos lecciones.

Fue una tarde que salí sola y sin llaves, a buscar a mi amiga; y también a respirar, respiré el aroma, y me inundó en cada rincón. Tras una semana imaginándome ese difícil adiós. Una llamada de posible trabajo en Europa, y una fecha de vuelta en 3 meses que cada vez se me hacía más difícil imaginar. Ya llevábamos más de dos meses. El proyecto acerca de la mujer empezaba a andar, en las clases ya llevábamos dos turnos y los cursos de informática en el Centro Social estaban funcionando. En el barrio ellos nos recordaban a cada paso “valungu” que éramos diferentes, nosotras ya nos sentiamos dos más entre ellos.

Tras dos meses de entrega; me sentía en deuda, había recibido más de lo que había dado. Aquellos jóvenes que no habían tocado un ordenador ya agarraban el “mouse” sin miedo, navegaban, y podían trabajar en hojas de cálculo; cada día veíamos nuestro trabajo, sentíamos esa satisfacción personal, ese sentimiento agradable que te llena en lo más profundo, el regalar esa oportunidad a los que nunca la tuvieron. Aun así lo recibido era más, sentía, había sido alumna de la escuela de la vida.

Esa tarde sentí ese enganche, no podía irme aún… fue una noche larga, y el amanecer más luminoso, aún no era mi hora de partida, todo lo demás podía esperar. Me debía a ella, Africa… en este caso; Mahotas, a la mejor profesora que nunca tuve.

Ya era de noche, terminé sentada delante de ese portón, los pequeños que ahora tengo entrelazados más que nunca entre mis trenzas, me miraban con esos ojos tan verdaderos, mientras les relataba el cuento “de la menina de la capulana vermelha”. Así y en esa noche comenzaron los cuentos.

Siempre me ha gustado viajar, conocer nuevos lugares, culturas, personas…, es conocimento, intriga, pasión. Dicen que viajar es despegarte de tu mundo por un tiempo. Que cada travesía, es como un libro que comienza con incertidumbre y finaliza con nostalgia. Que cada paso que das deja huella en tu corazón. Estos casi 6 meses no han sido un viaje. Era mi sueño. Ahora un sueño hecho realidad. Y sin duda la experiencia de mi vida. Pero es el que mayor incertidumbre tuve, mayor nostalgia dejará sin duda y mayor huella deja en mi corazón.

Me voy contenta, con el corazón más lleno que nunca, con fuerza, coraje y la capulana puesta. Esta experiencia ha superado con creces todo lo imaginado. Y se lo debo todo a ellos, a ellas, y otra vez a ellas.

A esos jóvenes estudiantes, adolescentes, que llenos de entusiasmo e ilusión cada mañana han acudido a nuestras clases, por abrirnos sus puertas, por dejarnos ser cómplices de sus vidas, por dejarnos aconsejarles, hacerles ver la vida con otros ojos, por ser la esperanza del mañana y despedirles viendo en sus ojos esas ganas de continuar luchando en esta realidad, la más difícil que les podía tocar vivir. Luchar para estudiar, trabajar, vivir; siempre de la mano. A esos niños que brincan descalzos, que dan saltos porque la arena quema, que no lloran por nada, que rien cada mañana sin mostrar que se acostaron sin cenar… porque son un ejemplo de sonrisa a la vida, de gratitud, por enseñarnos a valorar lo mas pequeño de las cosas… A ellas, las mamás, que trabajan en la machamba, haciendo manteca de amendoim – cacahuete – o en los blocos de cemento… A las espaldas vidas llenas de sufrimiento y verdaderas pruebas que, sin embargo, una y otra vez, han superado. Por dejarme compartir su tiempo, por esa fuerza que me han transmitido, porque con una pizca de ella me siento corajosa (valiente) para enfrentarme a cualquier obstáculo que me presente la vida… ellas, cada mañana, su capulana bien fuerte amarrada, y en su cara la mejor sonrisa dibujada. Y A ellas, a las irmas, por recordarme lo que es un hogar, por hacerme sentir en casa, por darme cariño, por hacerse querer, por ser ellas, cercanas… amigas, hermanas y madres, porque gracias a ese calor hemos podido hacer realidad este sueño sin sufrir en exceso la falta de los nuestros.

Este voluntariado, el primero en un país extranjero, ha superado con creces mis expectativas… me voy con la certeza de volver, enriquecida personalmente, con otra perspectiva de la vida, con un antes y un después, y sabiendo que la alegría y la generosidad han sido dos aliados en esta mi primera etapa.

Me vienen a la cabeza frases que mi gente me dedicó en mi despedida… especialmente unas líneas que me escribió un amigo cuando lo despedía; “Que la luz que desprendes, inunde África de sonrisas y entusiasmo”; “Y si alguna vez sientes, que lo que haces es tan solo una gota en el mar… recuerda: El mar sería menos, si le faltara una gota”. “No olvides volver”.

Estoy de vuelta amigo, con más luz que nunca, con más sonrisas y entusiasmo, y sobre todo con ganas de seguir llenando ese mar gota a gota…

KHANIMAMBO, ESKERRIKASKO, GRACIAS!!!!!

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