Acabo de leer el último libro de Josep Maria Esquirol: «Humano, más humano. Una antropología de la herida infinita». Un interesante ensayo en el que se aborda de manera precisa y muy comprensible las cuestiones que más nos pueden interpelar en nuestros días. La intención del autor es profundizar en lo «más humano». De los doce capítulos que comprende el libro no hay uno siquiera del que se pueda decir que es aburrido. Es más, la lectura se hace tan agradable que bucear por sus páginas es verdaderamente placentero. Pero no es mi intención hacer un comentario general al libro de Esquirol, no. Recomendar su lectura espero que sea suficiente como para despertar el interés. Sin embargo sí que me gustaría destacar una parte del capítulo VI que está comprendida desde la página 87 hasta la 92, ambas inclusive.
«Poiesis». Esta palabra griega aparece en el libro. Y es el mismo autor el que nos indica que su significado es ‘hacer, elaborar, reproducir, crear’. Esquirol explica que ‘poiético’ «es toda acción que lleve las cosas por el buen camino». He de decir que el libro lo he leído en la semana de la octava de Pascua y esta cuestión que plantea el autor me remite a resurrección. Sí, porque Esquirol enfoca todo su discurso desde la esperanza y habla de ensanchar la mirada para que el mundo sea cada vez más consistente y la vida tenga cada vez más sentido. Por ello tenemos que ser «poiéticos», para que la belleza la bondad y la paz «hagan un mundo -en palabras de Esquirol- en el mundo». Porque ser «poiéticos» nos convierte en obreros del mundo que se esfuerzan por limpiarlo de tanta inmundicia.
Fr. Ángel Fariña, OP