En estos días de confinamiento me vienen tantos momentos que viví en la misión junto a Hermanas Misioneras Dominicas…
Estando con un grupo de niños y siendo yo “profe de computación”, escribíamos en la pizarra todo aquello que iban aprendiendo. De los cuatro rotuladores que servían para la pizarra, creo que pintar…pintaba uno. Yo, muy en mi mentalidad europea, tiré todos los que para mí no eran útiles. Rápidamente,golpe de realidad…”Seño!! Pero, ¿por qué los tiras!?!Eso sirve! Eso le pone…”cada uno dió como más de tres ideas en el que los rotuladores podían llegar a pintar.
¿Qué valor tenía “una pluma” (rutulador) para alguien que no encuentra uno para empezar su curso escolar?”
¿Qué valor tiene a día de hoy un respirador que salva vidas?
Y no hablo del valor económico, sino del valor que proporciona bienestar personal y satisface una necesidad.
Hemos de pensar nuestra vida antes del confinamiento y durante… ¿a qué le estábamos dando valor?
Si vemos a lo largo de la historia, tras los momentos de más descontrol, de más búsqueda de placer en lo que no era realmente importante, venía una gran bajada. Ya fuera en forma de guerra, epidemias,etc. Y ahora nos tocó a nosotros. Tal vez es un toque de atención al poco valor que le estábamos dando a nuestra vida, a la de los demás, al entorno donde vivimos.
Y, ¿ahora? ¡Tienes tiempo! Piensa qué está en tu lista de prioridades. ¿Qué estas valorando? Porque has parado, reflexionas, priorizas, piensas en tí y en los demás…ahí está el valor de la vida.
Te animó a qué lo escribas, lo guardes y que cuando pasemos este periodo,lo tengas en mente en tu día a día. Porque así estos momentos de cambio, habrán servido para aprender y crecer.
Belén Rodríguez Román