Soy muy fan de Calvin y Hobbes, la tira cómica escrita y dibujada por Bill Watterson que nos cuenta con mucho humor, las peripecias, aventuras y reflexiones de un niño de 6 años, Calvin, y de su tigre de peluche, Hobbes, que con Calvin cobra vida para ser juntos algo así como un don Quijote y Sancho que juegan, piensan, reflexionan y sienten, mirando el mundo que nos rodea con una visión lúcida, tierna, muchas veces crítica, divertida, y casi siempre profunda.
Ayer o anteayer di con una tira de esas que llegan en momentos oportunos. Es esta de aquí:
– Mama dice que la muerte es tan natural como el nacimiento, que es todo parte del ciclo de la vida.
-Dice que no la entendemos del todo, pero que hay muchas cosas que no entendemos en la vida, y que simplemente nos toca convivir con ellas todo lo mejor que podamos con lo que sabemos.
– Me parece que tiene sentido…
-…pero tú no te vayas nunca… (No te preocupes –dice Hobbes-)
Y es que con la muerte o la cercanía de la muerte, en esas situaciones de enfermedad de gente cercana a la que quieres, en las que la muerte se convierte en una posibilidad real y no demasiado lejana, pasa algo como lo que dice Calvin.
Las razones, las explicaciones, la fe, el sentido, la esperanza ante la muerte, el discurso creyente ante la muerte tiene todo el sentido del mundo. Pero no estamos preparados nunca para encontrarnos con ella. Tiene sentido desde la fe, pero no querríamos que tocara nunca a quienes queremos.
“Tú no te vayas nunca” es lo que nos sale decir por más que sepamos que antes o después llegará la muerte a todos, y por más que sepamos con los ojos de la fe que es una puerta a pasar para alcanzar la vida de verdad, para ver, para encontrarnos con el mismo Dios y su abrazo de ternura…
…pero “tú no te vayas nunca”.
Vicente Niño, OP