Ya han pasado unos días desde la Navidad. ¿Pero como la habéis vivido?
En Navidades suelo trabajar en campamentos urbanos y claro, en esa época siempre suelo escuchar…
“Me he portado muy bien, he pedido de todo a los reyes”, “yo quiero un bebé llorón”, “una cocinita y juguetes de la patrulla canina”, “un juego de la play”
Y así me paso los días, escuchando todo lo que le piden a los Reyes Magos. Aunque este año algo ha sido diferente, os contaré que ha pasado.
Como siempre el día 2 o 3, llega Aliatar al colegio para que todos los niños y niñas puedan contarle los regalos que quieren junto con una cartita en la que bien los escriben o los dibujan. Aliatar, después de la visita se prepara para leer las cartas y así poder enviarlas a los Reyes Magos para que no haya ninguna equivocación.
Y aquí quería llegar yo, leyendo carta tras carta, sonriendo y viendo lo felices que eran los niños y niñas pidiendo regalos. De repente abrió una carta que lo dejó un poco estupefacto.
Si…era una carta muy diferente a todas las demás. Era una carta de ayuda, si ayuda. Un niño le pedía a los Reyes Magos que por favor, no volvieran a hacerle bulling en el colegio.
Imaginaos, mientras todos los demás pedían cosas materiales, él lo único que quería era ser feliz en el colegio.
Esto nos sirve para reflexionar que muchas veces el bulling se sufre en silencio, y que un día alegre para un niño es un día triste para otro.
Debemos romper barreras que nos impiden ver quien sufre, escuchar las necesidades de los demás y hablar para defender a los que lo necesitan.
Verónica Rodríguez. Voluntaria de Selvas Amazónicas