Año nuevo, década nueva, futuro nuevo. Algunos ya imaginaron cómo seríamos en 2020. Especialmente en los 80 y principios de los noventa, cuando mis padres tenían más o menos mi edad. ¿Cómo pensaron el futuro, que es el hoy, quienes están a punto de jubilarse?
Por suerte, de una manera bastante diferente a cómo es. En 1982 se estrenó Blade Runner, que narraba el mundo en noviembre de 2019. En 1988 salió a la venta Cyberpunk 2020, un juego de rol futurista y cuyo nombre fue asumido por todo un subgénero de películas, novelas y relatos… y en el que los jugadores se ponían en la piel de unos personajes en el año que empieza pasado mañana. Un futuro que entonces no resultaba tan lejano, en el que los gobiernos habían perdido poder y todo se subyugaba a las grandes multinacionales. En el que existía la Inteligencia Artificial y, a veces, no era distinguible de los seres humanos. Por eso se había puesto límites a los ‘replicantes’, los robots con apariencia humana pero mucho más fuertes e inteligentes: vivirían solo 4 años y trabajando esclavizados en la colonia de Marte. Harrison Ford tenía que cazar a los díscolos, fugados a la Tierra, usando el test de türing com único medio para diferenciarlos de humanos.
Es un futuro, el Cyberpunk, en el que la tecnología da también para implantarse un brazo, una pierna, o cualquier otra extremidad humana, y casi cualquier órgano. Por supuesto, si tienes dinero. Un futuro en el que las estrellas de la música siguen siendo grandes estrellas que triunfan a nivel mundial.
Es un 2020 sin apenas animales, casi extintos por completo, excepto las ratas. Está prohibido tenerlos como mascotas, salvo que sean eléctricos, casi imposibles de diferenciar de los humanos.
Menos mal que nuestros padres se equivocaron y no estamos dominados por grandes empresas que lo gobiernen todo, y menos mal que el medio ambiente está perfecto, y la tecnología no supone ningún desafío porque no las máquinas no piensan por sí mismas y nadie intenta convertirse en cyborg.
Asier Solana