La iluminación que va apareciendo en estos días por todas las calles o dentro de las casas, son adornos que muestran la belleza de lo externo. Llegan días en los que nos vestimos con nuestras mejores galas para las celebraciones, mostrando nuestra mejor cara, también desde lo externo.
Quizá no nos hemos parado a reflexionar que estos días en los que nos preparamos para vivir la navidad, la primera iluminación, la mejor decoración es la que ponemos en nuestro interior, porque “la boca habla de lo que vive el corazón”, por muy buenas imágenes externas que llevemos, por mucha luz que esté fuera, lo que nos hace brillar de verdad es lo que sale desde nuestro corazón.
El otro día leía un escrito en el que se criticaba el gasto tan grande que se hace para esos adornos de navidad y que hace falta más dinero para ayudar a tantas familias que están en condiciones infrahumanas, es cierto, se compite por tener el reconocimiento a la mejor iluminación de navidad cuando no somos capaces de recordar por qué se celebra la navidad, muchas familias siguen siendo como la Familia de Nazaret que no encontraba un lugar para poder cobijarse y para recibir a su hijo y atenderlo en las mejores condiciones.
¿En qué hemos convertido la navidad? Hablamos de sociedad secularizada pero nadie quiere renunciar a unas costumbres que, a pesar de no creer en lo que celebramos, las utilizamos para nuestros propios intereses, el consumo, la bondad puntual, la falsa sonrisa que dura 15 días…
¿Qué tal si recuperamos el verdadero sentido de la Navidad?, la que se escribe con mayúscula, la que nos recuerda que alguien vino para acompañarnos, para darnos su regalo más preciado, la vida, la que nos une de verdad y nos reconcilia con nosotros y con los otros, la que nos sienta a una misma mesa desterrando diferencias y separaciones, la que abre regalos de acogida, entrega, gestos, presencias, escucha, manos tendidas…
Yo quiero vivir la Navidad, no participar en unas fiestas que no son navidad, sino imágenes bonitas, palabras teóricas, consumo y más consumo, valores con fecha de caducidad. ¿Qué quieres vivir tú?
Macu Becerra DMSF