La libertad es entendida por muchos como “hacer lo que me da la gana”, poder pensar, expresar, hacer según mi propio interés o forma de ver la vida. Está claro que esto sería así si cada uno viviera en su propio mundo, sin tener que convivir con otros que tienen el mismo derecho a la libertad que yo.
La realidad es que la libertad tiene sus límites, los que se aproximan a los límites de los otros. No podemos pretender enarbolar una bandera de libertad pidiendo que los demás piensen como nosotros y aquellos que no lo hagan deben dejar de opinar, pensar y actuar y hay quien se atreve a decir que esto es libertad.
Se aproxima el día 10, día de elecciones generales otra vez, volvemos a manifestar en plena libertad lo que pensamos, lo que queremos, expresamos nuestra deseo e intención, habrá que ver si aquellos que salgan elegidos tienen en cuenta la libertad ejercida por los que nos manifestamos o seguirán buscando tener en sus manos el poder total para hacer de su bandera de libertad un selfie de sus propios deseos y proyectos.
¿Quién se arriesga a pactar, a sentarse en la misma mesa, a buscar soluciones en común, a dialogar para acordar qué hacer con la sociedad que ha depositado su confianza en ellos? Ojalá nos dieran a los que desconfiamos de esto una verdadera lección de libertad, dejando a un lado las individualidades que tanto les caracteriza y haciendo realidad un gobierno para los que hemos votado, de acuerdos, de pactos, de búsqueda de soluciones, de no insultos y separatismos, sino de aportar la riqueza de cada uno, que tienen y muchas, para poder hacer de nuestro país un lugar donde los derechos de las personas no tengan en cuenta diferencias sino sólo la coincidencia de ser seres humanos.
Aunque nos sea difícil intentemos concentrar nuestros deseos en que esto se cumpla, nada hay imposible para Dios, no se lo pongamos más difícil.
Macu Becerra