Anoche fue una noche de máxima expectación. A nivel político y de la sociedad española ayer era el “gran” debate entre los principales partidos del país. Nada queda a la improvisación, ni al azar todo milimétricamente preparado para llegar al voto del ciudadano.
Los profesionales de marketing que están detrás de los políticos saben lo importante que es un debate para llegar a la gente, no solo por la palabra dicha, sino el cómo llega cada gesto, cada intervención, la imagen que transmite, la manera de desenvolverse y el tono del mensaje. Y detrás de cada uno, ¿qué intención hay en su palabra?
Este “poder” también lo tenemos cada uno de nosotros en nuestros diálogos. Santo Domingo ya lo sabía y, le dió gran importancia a la predicación.
En muchas ocasiones nos centramos en “lo que YO quería decir…” y se nos olvida que la palabra tiene que estar pensada y preparada, que el tono es importante para que la persona pueda escuchar, que los gestos y la cercanía influyen y, que lo que se pretende es el diálogo con lo cual la escucha de lo que el otro necesita de mí es fundamental.
Santo Domingo tenía claro que necesitaba de la oración para llevar cada uno de sus actos y por tanto, cada Palabra. Igual así su mensaje estaba preparado por el estudio, no para ser el más sabio, sino por el conocimiento de la Verdad y la realidad en la que vivía. Y por supuesto, no podía quedárselo para él, sino necesitaba el diálogo para aprender y para llevar a los demás el bienestar de conocer a Cristo.
Hagamos como Santo Domingo y que en el día de hoy seamos más conscientes del mensaje que quiero transmitir, cómo lo hago y qué beneficio tiene para mí y para persona que lo va a recibir. ¿Qué poder están teniendo mis palabras?
Belén Rodríguez Román.