Acabo de leer el libro del filósofo Javier Gomá Lanzón que lleva por título «dignidad». Un libro que aborda la delicada cuestión del porqué no se piensa ni se reflexiona, desde la filosofía, sobre el concepto dignidad. Y es que, según Gomá, es una «extraña omisión, porque fuera de la filosofía disfruta de una presencia abrumadora».
De los tres apartados de los que consta el libro, el tercero propone algo sugerente: una república. Pero una «república de la amistad». Es interesante cómo propone la amistad como un modelo de ciudadanía ya que es la forma de manifestarse, según el autor, que posee más virtud.
Universalizar la amistad podría generar esa amistosa república que estaría construida sobre el respeto mutuo. Una república donde no sería necesaria la ley jurídica porque, la amistad, de suyo, crea una ley natural que obliga lealtad, compañerismo, solidaridad… aunque también compromete y limita la libertad. Pero no para empobrecerla, sino todo lo contrario.
Apostar por esta república, por la república de la amistad, es todo un ideal de ciudadanía porque, quizá, se experimentaría «que el hombre no es lobo para el hombre, sino amigo».
Fr. Ángel Fariña, OP