Y de repente… Todo está cabeza abajo. Nos encontramos a las puertas de una nueva Semana Santa y si miramos la vida de Jesús, en un abrir y cerrar de ojos todo se da la vuelta, todo cambia en apenas unas horas. Pasa del baño de multitudes donde todo el mundo lo reconoce y lo aclama como Maestro y Señor; a ser apresado, juzgado, traicionado por sus amigos y condenado a muerte por todo su pueblo.
Y ahora miremos nuestra vida, cómo a veces se resuelven nuestros proyectos, como son nuestras relaciones con los demás y como se desarrollan. Un simple mal entendido, un gesto, una crítica, una palabra condenatoria y tanto nuestra vida como la otros puede caer de lo más alto a lo más bajo. Y nos podemos preguntar ¿Cómo es posible?¿ Cómo podemos llegar a tener la libertad interior de Jesús en momentos donde nuestra vida se desmorona y nuestros sueños son rotos en mil pedazos?
Pues hoy mi respuesta a estas preguntas, a este aparente sin sentido se llama resurrección (y no es que quiera adelantar acontecimientos), sino es que Jesús, su existencia no acaba con fracaso, dolor y muerte; sino que después de ello Jesús resucita, Jesús muere y resucita por amor. Y así nuestra existencia con todas sus luces y sus sombras, con todos sus fracasos y traiciones, está llamada por siempre a resucitar.
Llamada a resucitar que no es otra cosa que a vivir con Dios, teniéndolo como referencia, sabiendo que todo es posible de su mano y que en su infinita bondad todo tiene un porqué. Toda oscuridad es iluminada por un rayo de luz, toda muerte es vida, todo fracaso se convierte en una oportunidad; sí, lo imposible Dios lo hace posible una y otra vez en tu vida al igual que en la de su Hijo, Jesús.
Vivamos cada día como una oportunidad, seamos capaces de creer y de amar. Feliz Semana Santa.
Sor Rocío Goncet, OP