Mientras unas (personas) miran al dedo que apunta, otras se lamen las heridas y otras se organizan el puente del Pilar, unas pocas le damos vueltas a cómo lograr que en medio de este ruido mediático se hable de cosas como el Trabajo Decente. El próximo sábado 7 de octubre es la Jornada Mundial y algunas organizaciones de la Iglesia crearon hace tres años la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente #ITD2017
El objetivo de una Campaña como esta es que se hable, por ejemplo de miles de Migueles, que aguardan en las calles de nuestras ciudades a que los vuelvan a llamar unos días sueltos para podar, arar o aclarar frutales por un puñado de monedas hasta que vuelva a quedarse sin trabajo y tenga que regresar a la calle. “La calle consume y mata”, decía Miguel estos días, consciente de que madrugar cada día para encontrar su sitio libre y pasar tantas horas bajo el sol, la lluvia o el viento, aunque siempre con la sonrisa puesta, lo está dejando en el chasis.
Un trabajo decente es también el que buscamos para que Las Kelly, las que limpian los hoteles dejen de ser las damnificadas del incremento del turismo: los extranjeros vienen y ocupan nuestros hoteles; algunos empresarios de la hostelería no dejan de incrementar sus beneficios pero las mujeres de la limpieza cada vez tienen que empastillarse más, para limpiar más habitaciones en menos tiempo y aun así ganar menos cada vez.
Se trata de que políticos y políticas que dicen que nos representan y trabajan para nosotras (las personas, ¿se entiende, verdad?) se preocupen de tantos Suleiman que por perder el trabajo perderán los papeles, conseguidos después de años y con mucho esfuerzo, y ahora tendrán que empezar de nuevo todo el proceso de búsqueda en esa rueda sin fin: encontrar alguien que lo contrate para conseguir un permiso de trabajo, para recuperar la residencia, para vivir sin miedo a ser detenido y acabar en el CIE, para no dejar nunca de dar vueltas en esa rueda de la precariedad.
Buscamos también que se escriba de tantas mujeres como María José, que cumple estos días 31, pero que aun no ha encontrado un trabajo “de lo suyo” desde que terminó la carrera. Ha tenido que emigrar –“movilidad exterior” o “amplitud de miras”, lo llaman– para pasar un año mejorando su inglés mientras cuidaba a niños de una familia y a su regreso ha tenido un trabajo donde el indecente era el jefe. Ahora intenta recomponerse y levantarse cada día para hacer el trabajo de “buscar trabajo”, que es una carrera de fondo o casi mejor, un triatlón para súper héroes y súper heroínas.
Tengo que contarle lo que dice el papa Francisco: “Es urgente un nuevo contrato social para el trabajo, que reduzca las horas de trabajo de los que están en la última temporada laboral para crear puestos de trabajo para los jóvenes que tienen el derecho y el deber de trabajar”[1].
En su cuenta de Twitter, además, el papa ha dicho: “¡Cuánto me gustaría ver a todos con un trabajo decente! Es algo esencial a la dignidad humana”.
Amén. Así sea. Insha’Allah.
Olivia Pérez
[1] Discurso del papa Francisco en audiencia a los delegados de la Confederación Italiana del Sindicato de los Trabajadores (CISL) con motivo de su XVIII Congreso Nacional cuyo tema es “Para la persona, para el trabajo”. Aula Pablo VI, 28.06.2017.
Para saber más:
Iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente #ITD2017: http://www.iglesiaporeltrabajodecente.org/
Las Kelly: https://laskellys.wordpress.com/
Totalmente de acuerdo, has dado en el clavo.
Pero …, para que se de lo que dice Francisco sobre la necesidad de un nuevo contrato social para el trabajo, hace falta que lo exijamos la sociedad y nuestra Iglesia en su conjunto, no solo el Papa y algunas organizacines de la Iglesia
En ello estamos
Pedro