Tener que pasar estos días por estaciones, aeropuertos y demás, hace que uno vea el tráfico de descanso y vacaciones propio de las fechas: maletas, mochilas, toallas, guías de viaje, pantalones cortos, gafas de sol, cremas… Con todos los posibles destinos -playa, montaña, pueblo, ciudad, extranjero- y de todas las posibles maneras: tren, avión, coche, caravana, moto, barco, a pie…
Al que le toca aún trabajar –ya llegará descanso…- no puede por menos que despertársele algo de envidia y de ganas de estar en el lugar de uno o de la otra… Pero a la par se despierta una doble idea. La suerte de poder tener trabajo “tal y como está el mundo”, que no todo el mundo puede decirlo; y la memoria hacia todos esos trabajos que permiten que otros puedan descansar… Multitud de trabajos nos rodean que permiten que nuestra vida siga adelante sean o no vacaciones, pero que en tiempo de descanso parece que se me hacen más visibles cuando los demás buscan el tiempo de relax: médicos, bomberos, policías, barrenderos…
Y el caso es que están siempre ahí. Y no solo esos. Tantos y tantos otros trabajos que hacen que nuestras ciudades funcionen. Vamos todos. Desde el reponedor de un supermercado al cajero de un banco pasando por el pescador o el agricultor, el albañil de una obra o el librero de una biblioteca. En el fondo la sociedad es un engranaje de relaciones en el que todos proveemos la posibilidad de algo que facilite la vida a los demás. Con nuestro esfuerzo, dedicación y trabajo, colaboramos a que esto camine un poco mejor. Por eso es tan necesaria una “ética” del trabajo que busque hacer las cosas bien y no de cualquier modo, que tenga presente que nuestro trabajo está enfocado al bien común y no solo al bien de uno mismo en la exclusiva búsqueda del beneficio del sueldo –aunque obviamente cada trabajador reciba un justo salario-, que tenga presente que cada trabajo no sólo es más que digno –sea cual sea su cometido- sino que es necesario para la vida en común.
Así que hoy, comienzo de julio, mientras unos descansan y otros continuamos trabajando, me sale un gracias a todos los que hacen con su trabajo que nuestra vida sea un poco mejor, y que quien ya está de vacaciones, tenga un merecido descanso.
Fr. Vicente Niño, O.P.