Estos son los «deberes» que les he dado a mis alumnos de religión para este verano. Tomados de aquí y de allá, con un toque personal y dominicano, tal vez os inspiren.
1· Si puedes, por la mañana, de vez en cuando, camina solo por la orilla del mar, por la montaña o por el campo; también sirve la ciudad recién amanecida. Mira, siente, escucha, contempla… y siéntete la presencia suave de Dios. Sé feliz.
2· Intenta usar todas las palabras nuevas que has aprendido este curso: podrás decir más cosas, podrás pensar más cosas y, cuanto más pienses, más libre te sentirás. Busca palabras nuevas para tus sentimientos, tus vivencias, tus recuerdos…
3· Recuerda, es decir, vuelva a pasar lo vivido por tu corazón.
4· Lee lo máximo posible. No porque tengas que hacerlo. Lee porque el verano te inspira aventuras y sueños. Leyendo, te sentirás como los pájaros volando. Lee porque es la mejor forma de rebelión. Lee porque es una forma impresionante de viajar, de conocer, de vivir.
5· Evita todas las cosas, situaciones y personas que te hagan sentir negativo y vacío. Busca situaciones estimulantes y amigos que te aprecian y te entienden por ser quien eres y como eres.
6· Si te sientes triste o asustado, no te preocupes. El verano, como todas las grandes cosas, trastorna el alma. Intenta escribir tus sentimientos, tus dudas, tus descubrimientos, tus aventuras, tus amores, tus sueños…
7· Baila; sin sentirte avergonzado. En la calle cerca de tu casa o en tu habitación. El verano es un baile. Sería una vergüenza no formar parte de él.
8· Al menos una vez, tienes que ver amanecer. Estar ahí en silencio y respirar. Cierra los ojos, agradecido.
9· Ora. Respira lentamente, escucha el silencio; escucha también tu interior. Orar es hablar de amor con quien sabemos que nos ama. Si pones a Dios en todo lo que haces, lo encontrarás en todo lo que acontece.
10· Haz ejercicio siempre que puedas. Los clásicos (llenos de sabiduría) decían: “mens sana in corpore sano”.
11· Si encuentras una persona que te gusta mucho, díselo con toda la sinceridad y la gracia de la que seas capaz. No pasa nada tanto si lo entiende como si no. Si no es recíproco, entonces no estaba previsto que él/ella formase parte de tu destino. De lo contrario, el verano 2021 es la gran oportunidad para caminar juntos en amistad (y si no funciona, vuelve al punto 6).
12· Recuerda lo que has aprendido este curso, lo vivido, lo reído, lo llorado. Piensa que te ha aportado la presencia de Jesús de Nazaret en tu vida.
13· Sé feliz como el sol, indomable como el mar.
14· Sé siempre educadísimo y gentil.
15· Disfruta de películas con diálogos emotivos. Esto te ayudará a mejorar tus habilidades lingüísticas y tus oportunidades de soñar. No dejes que la película acabe con los créditos. Vive la experiencia todo el verano.
16· Comparte tus descubrimientos con las personas que amas y son importantes en tu vida, estén cerca o lejos.
17· Durante el día o la noche, sueña con cómo puede ser tu vida. Durante el verano, reúne fuerzas para no rendirte y haz todo lo que puedas para perseguir ese sueño.
18· Que la bondad guíe siempre tu actuar.
Hasta que nos reencontremos
Que los caminos se abran a nuestro encuentro,
que el sol brille templado sobre nuestros rostros,
que la lluvia caiga suave sobre nuestros campos,
que el viento sople siempre a nuestra espalda,
y que, hasta que volvamos a encontrarnos,
tu nos tengas y nos sostengas a todos
en la palma de tu mano.
Que guardemos en nuestro corazón con gratitud
el recuerdo precioso de las cosas buenas
de la vida.
Que todo don de Dios crezca en nosotros
y nos ayude a llevar alegría
a los corazones de cuantos amamos.
Que nuestros ojos reflejen un brillo de amistad,
gracioso y generoso como el del sol
que sale de entre las nubes y calienta el mar tranquilo.
Que la fuerza de Dios nos mantenga firmes,
que los ojos de Dios nos miren,
que los oídos de dios nos oigan,
que la palabra de Dios nos hable,
que la mano de Dios nos proteja.
Así sea hoy y siempre, amén.
(Antigua oración irlandesa. Anónima)
Ricardo Aguadé