Clasifico todos los libros que leo en dos tipos: los ‘solomillo’ y los ‘patatas fritas’.
¿A qué me refiero con este símil culinario? Muy sencillo: las patatas fritas están a nuestro alcance cotidiano y a todos nos gustan. Las comemos con bacon y queso, con sal, con tomate o mostaza…. Pero no dejan de ser patatas: fundamentales para la dieta, llenan el estómago, y ricas. Me gustan las patatas.
¿Y el solomillo? Se come muy de vez en cuando, es esencial que provenga de una buena carne, hay que cocinarlo lo justo y le sientan mal muchos condimentos. Se come poco a poco: el cuchillo, que debe estar bien afilado, corta con mimo las fibras del músculo. El trozo de carne se queda en la lengua, donde las papilas gustativas reciben con alegría el sabor caliente (pero no demasiado hecho) de la comida. Se le da vueltas, y vueltas, entre los dientes, mientras la boca saliva. Y se traga.
Pues esa es la diferencia. Hay libros ‘patatas fritas’ que se leen del tirón, en una tarde cualquiera, en esas de ‘a ver qué hay hoy’. Y no son malos libros, pero no necesitas leer dos veces sus páginas ni degustarlos. ¿Ejemplos de libros ‘patatas fritas’? Harry Potter (cualquiera de la saga), y muchas otras sagas similares: Crónicas de la Dragonlance, incluso los de la saga Juego de Tronos que en realidad se llama Canción de Hielo y Fuego (esto son patatas con chorizo porque si tienes que releer la página es más bien porque repite la cosa y es un poco liosa, no porque sea excepcional -literariamente hablando).
¿Libros ‘solomillo’? El buscón, de Quevedo; El Principito de Saint-Exupéry; Cartas del Diablo a su sobrino, de C.S. Lewis; Cien años de soledad, de García Márquez; Fundación, de Asimov (aunque este casi casi es patata frita); y muchos de la Biblia como Cantar de los Cantares, el libro de Job, o el Génesis y el Éxodo; Y los Evangelios, por supuesto.
Como en el comer, necesitamos una dieta equilibrada y variada, así que viva el solomillo al roquefort con patatas fritas.
PD: y a ver si algún vegetariano/vegano busca un equivalente para su lectura.
Asier Solana Bermejo