Siempre hemos escuchado la expresión “el tiempo es oro”, sin embargo, hoy os propongo que la sustituyamos por la de “el tiempo es vida”… pero, ¿por qué este cambio?
Si analizamos nuestro día a día, nos hacemos conscientes de que vivimos inmersos en nuestra rutina, en cumplir una larga lista de tareas; en definitiva, vivimos cumpliendo plazos y quemando tiempo. No somos conscientes que vivimos dentro de un bucle donde el tiempo es oro, ya que, si lo perdemos, nos perdemos oportunidades. Sin embargo, hoy os propongo que dejemos correr el tiempo.
Tiempo…cuando vivimos en este contrarreloj constante, ¿somos conscientes de lo que pasa a nuestro alrededor? ¿nos damos cuenta de cómo es nuestra mirada?, ¿cómo miras al otro? Esta mirada, ¿es de indiferencia? ¿es de amor?… ¿Cómo miras en tu día a día?
Al leer el evangelio percibimos que Jesús da mucha importancia a la mirada. Con ella perdona, acoge, reconoce al otro… En definitiva, con su mirada lo que hace es dar dignidad a la persona. Pero para ello Jesús siempre dedica un poco de su tiempo a las personas, les escucha, les atiende, les mira a los ojos; les ofrece un encuentro que crea nuevos vínculos, crea vida.
En la última encíclica del Papa, la Fratelli Tutti, Francisco insiste constantemente en que dar dignidad a nuestros hermanos es fundamental, porque es la única forma que tenemos de reconocerlos como personas. Y para ello es necesario que les demos tiempo, nuestro tiempo. Ya que, cuando éste es compartido, se generan espacios de encuentro, se genera amistad, en definitiva, se genera vida.
Termino mi reflexión invitándoos a que cambiéis vuestra forma de mirar y que, al igual que Jesús, con ella deis dignidad a las personas. Porque cuando miramos como lo hace Él no sólo vemos, sino que compartimos unos minutos de nuestro tiempo que crean vida.
Ángela I. Burguet Marimón. Voluntaria de Selvas Amazónicas