Durante estos meses de pandemia, un buen puñado de pensamientos me han invadido, varias cuestiones relacionadas con la vida, con la muerte, con las relaciones entre iguales, con el trato hacia los más pobres, con el abandono a esa parte de la humanidad que no nos interesa. Muchas preguntas que, quizás, las he abordado desde un plano abstracto, desde la lejanía que uno puede tener sentado en el sofá de su casa.
Pero, desgraciadamente, esto de la pandemia, llega, tarde o temprano, a los más cercanos, y entonces esas preguntas distantes pasan a ser próximas, muy próximas. Y entre esas preguntas que muchas veces no encuentran respuesta, me planteaba dos que me gustaría compartir: ¿cómo aprovechamos cada instante de nuestra vida? Y, ¿qué significa “aprovechar”?
Empezaré intentando reflexionar sobre la segunda para abordar con alguna garantía la primera.
Desde hace un tiempo, parece, desde una perspectiva completamente occidental, que aprovechar el tiempo es gastarlo en cosas productivas desde un punto de vista material, es decir la famosa frase “o produces o no estás aprovechando tu tiempo”. Y esto ha calado hondo en nuestro ser, de manera que cuando disfrutamos de pequeños placeres de la vida como contemplar, pensamos, en nuestro interior que estamos perdiendo el tiempo.
Esto queda de manifiesto cuando te encuentras con alguien que disfruta de cosas que tú nunca te habías planteado. Esto se vive de forma muy intensa cuando tienes una experiencia de misión. La forma de ver la vida es diferente y te enseña que no se puede reducir a la producción, que aprovechar el tiempo es mucho más que trabajar. Te enseña que disfrutar de una buena conversación o de un buen paisaje son regalos que hay que aprovechar para, precisamente, no perder el tiempo.
Por tanto, teniendo en cuenta que aprovechar cada instante es vivirlo de manera intensa y alejando el aprovechamiento de la producción, me planteo cómo vivimos cada momento.
Cada minuto que nos regala la vida, ¿lo vivimos con la intensidad y atención necesarias para aprovecharlos? O quizás, estamos en otro lugar, viviendo las cosas a medias, sin darnos cuentas que todo pasa.
Y cuando estamos con otras personas, les damos la atención requerida, aprovechamos el momento de estar con otro, de compartir o nos dedicamos a estar en “otras cosas” utilizando estas tecnologías que ya no son nuevas y que nos alejan en lugar de acercarnos a los demás.
Quizás ha llegado el momento de plantearnos qué hacemos en lo pequeño y cotidiano de la vida. Seguro que con esta pandemia hemos aprendido a disfrutar más de los demás y con los demás de este mundo.
Dioni Yañez. Voluntario de Selvas Amazónicas
Leerte es aprovechar el tiempo.
Gracias