Viví una segunda juventud musical coincidiendo con la de una de mis hermanas que me acercó a Andrés Calamaro y sus discos prodigiosos de los primeros dos mil y pico y que esta semana ha saltado por los aires con la muerte de la persona que albergaba al mito. El “Maradona no es una persona cualquiera”, que cantaba el argentino, para mí era una gracia, que repetía de vez en cuando, pero para muchos era un himno, a la vista de lo que pasó esta Jornada, en la que coincidió, —el calendario y la muerte son igual de caprichosos—el Día Internacional para la Eliminación de la(s) Violencia(s) contra la mujeres y la muerte del gran futbolista internacional.
Otra de mis hermanas, en este caso la que se dedica a la ilustración, dibujó, como hace cada año, una imagen alusiva a la primera conmemoración y la compartió, como hace siempre, en sus redes sociales y, como hacen siempre, ellos, los troles, inundaron sus feeds de insultos por acordarse de las miles de mujeres maltratadas, violadas y asesinadas y no “del gran hombre”, uno, que había muerto ese día.
Para mí es significativo saber que hay personas, normalmente hombres, que no son capaces de reconocer la violencia y lloran la muerte de un “presunto” violento. Son capaces de poner el mito y de vivirlo como propio asumiendo, justificándolo todo pero no de reconocer una realidad bien real, la de más de 1000 mujeres muertas desde que las contamos. ¿Quien sabe cuántas antes?
Por otra parte, las redes son un lugar curioso en el que muchos, ya sabemos, se aprovechan de su anonimato para hacer y decir cosas que no harían en su “vida real”, como si estas fueran diferentes. Si no gritarías a alguien por la calle o no le pondrías en la puerta de su casa un mensaje de “¡muérete, guarra!”, ¿por qué se lo gritas en su muro del Facebook?
Olivia Pérez