No tener casa, mata. Mata sueños, oportunidades, confianza, salud…derechos
Hace un tiempo hacíamos un voluntariado con los alumnos mayores del colegio Virgen de Atocha y la comunidad de San Egidio. Después de una oración íbamos por una zona de Madrid repartiendo bocadillos, un caldo caliente… más que la comida, agradecían la compañía, que nos aprendiéramos su nombre, que semana tras semana les preguntásemos por esas pruebas médicas que tenían pendientes. Por un rato dejaban de ser invisibles, y tratados con cariño. Nunca se me olvidará la ilusión que les hizo, cuando les invitamos a celebrar la Navidad, con una comida juntos el 25 de diciembre…decían, “alguien que se acuerda de mí en Navidad”. Pero a pesar, de esa primera ilusión, la mayoría declinaban la invitación, porque no podían abandonar lo poco que tenían, ya que, al volver a lo mejor no encontraban sus cosas dónde las habían dejado…
Tras muchos años yendo al Albergue de San Martín de Porres, donde los trabajadores sociales nos abrían los ojos a esta realidad…Siempre nos decían que el sinhogarismo era algo fácil de solucionar, que hay muchas casas vacías, y no son tantas a las personas que les falta una casa. ¿Por qué seguimos permitiéndolo?
En el vídeo de la campaña de este año, nos dice uno de ellos…Ahora con el coronavirus, todo el mundo dice “quédate en casa…¿y yo, en qué casa me quedo?”. Y otra persona nos dice…”Nosotros no vivimos, sobrevivimos cada día.” ( https://www.youtube.com/watch?v=a3M95shp2qw&feature=emb_logo)
Ojalá, no sólo, nos quedemos en dar de comer al hambriento, o de beber al sediento…sino que vayamos a la raíz del problema y esa misericordia, se convierta en una lucha por la dignidad y los derechos de las personas sin hogar.
Belén Rodríguez. Voluntaria de Selvas Amazónicas.