Permítaseme que en este blog haga referencia a otro. Nos advierte sabiamente (como tantas veces) fray Sixto Castro, OP de que tengamos cuidado con los filósofos visionarios. ¡Cuánta razón! Las reacciones de la gente ante situaciones duras o difíciles, como la que atravesamos, muchas veces nos sorprende y da que pensar. Vivimos momentos de tempestad y, aún así, no faltan personajes de todo tipo que, como si con ellos no fuera la cosa, aprovechan la oportunidad para vendernos su producto, sea el que sea.
No es bueno correr tanto en querer que nos den la razón. Más importante es encontrar la Verdad. Y eso requiere de tiempo y honradez.
El pasado 9 de marzo pasaron muchas cosas, entre ellas que falleció Max von Sydow. Gigante de la interpretación a quien siempre recuerdo por El séptimo sello de Ingmar Bergman. Una de esas grandes películas de la historia del cine que se disfrutan. Si no la han visto y no están muy animados durante esta cuarentena, quizás sea mejor dejarla para cuando todo esto pase. Pero no dejen de verla. Es una verdadera obra maestra a la hora de expresar lo profundo de la condición humana.
Al final -y eso la buena filosofía y el buen cine no dejan de recordárnoslo- las cuestiones fundamentales a las que se enfrenta la existencia humana son siempre las mismas. No somos la primera generación que sufre una sacudida que le hace salir de su tranquilidad para descubrir que no existe el ansiado riesgo cero. Cuando los sistemas de protección y seguridad fallan emerge la pregunta por el sentido de la vida con toda su crudeza, no ya como cosa teórica.
Los cristianos -faltaría más- tenemos derecho a ser más o menos optimistas o más o menos pesimistas, pero debemos tratar de ser fieles al Evangelio que nos llama a vivir una fe y una esperanza inseparablemente unidas al amor, al compromiso por los demás. Pues bien, en una situación como la de la actual epidemia, esto tampoco suena ya tan abstracto ni tan teórico.
Ignacio Antón