El miedo es libre, tanto como queramos permitir su presencia. Últimamente parece estar derritiéndose en los polos de nuestro planeta, tiene forma de virus, color violeta y usa la mentira como su propio idioma de comunicación. Parece darnos el mismo miedo la soledad y las aglomeraciones, los silencios y los discursos vacíos de contenido, las ausencias a la vez que las presencias, el frío y el calor… cierto, todos los extremos son peligrosos, pero necesitamos de extremos a veces para no vivir en la mediocridad, los opuestos deben estar presentes para crear una mayor gama de contrastes.

Somos tan diferentes que lo que para una persona supone un gran problema, para otra no supone ni una llamada de atención, no merece ni perder un segundo de tiempo. De pequeños nos suele dar mucho miedo la oscuridad, a medida que vamos creciendo buscamos en ella un refugio donde sentir seguridad. Todo esto es cierto pero sin llegar a verdades absolutas, ya que en todo podemos encontrar una respuesta si la buscamos, puede que no sea la que esperamos pero no se trata de encontrar la que queremos sino una respuesta.

Existen personas como Juan Sin Miedo, los que no son siempre valientes, muchas veces son más temerarios, los que se lanzan al vacío sin medir las consecuencias y provocan el miedo en los otros, los que se ponen delante del peligro mostrando su cara más feroz pero nadie ve su cara oculta.

No tengáis miedo nos dice Jesús que, como humano, le pidió al Padre que pasara de él ese cáliz pero añadiendo que se haga tu voluntad y no la mía.


Macu Becerra Domínguez DMSF