Gente con muchos más galones en nuestra iglesia que yo -de los de verdad, pero también de los que impone la sensatez y el compromiso- lo han dicho ya. Agrelo, Santiago, el obispo de los pobres y de los migrantes ha escrito en sus redes sociales sobre su tocayo, Abascal, también Santiago -este sí, Santiago y cierra España-. Y ha dicho que no solo le produce dolor el propio candidato sino saber que muchos en nuestro país están de acuerdo con él. No muchos, muchísimos, ahora que ya conocemos el resultado de las elecciones, porque 52 escaños son… demasiados, la verdad.
Un candidato puede decir casi lo que le da la gana. El papel aguanta tanto… Puede decir lo que quiera siempre que sus votantes se lo permitan. Aunque quizás estaría bien que respetase, al menos, dos cosas, las leyes que nos hemos dado y la verdad. Mientras no se modifiquen, esas leyes son las que rigen en nuestro país y dicen que siempre hay que proteger el bien del menor, sea nacido aquí o en Singapur. No sé cómo lo ven pero eso significa que entre todos y todas tenemos que hacernos cargo de estos NIÑOS y NIÑAS que llegan a nuestros territorio en búsqueda de una vida mejor sin una red familiar de apoyo.
Y a la verdad. Porque mientras no se nos diga lo contrario, no son ellos los responsables de la corrupción política, ni de la muerte de más de medio centenar de mujeres por violencia de género este año, ni siquiera, han tenido que ver con la mayoría de los robos que se producen cada día en este país, o las violaciones, o los acosos en el trabajo, en las casas o en las instituciones.
Pero es verdad. Lo que más duele, Santiago Abascal, es saber que hay millones de españoles que, o piensan como tú o han comprado tu discurso. Y peor aún, saber que muchos lo identifican con el de los católicos. Pero ya entiendo. La biblia que leemos esas personas y yo es distinta. Yo leo “Porque fui forastero y me acogisteis….” pero debe haber ejemplares del evangelio de Jesus que no tienen el texto de Mateo 25. Es una lástima porque, lo dice tan clarito…
Olivia Pérez